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Papel de los medios de comunicación debe ser imparcial, objetivo y prístino

Por: Gonzalo Delgado Quintero

Sin duda alguna, es notable que medios de comunicación, sobre todo, la televisión, mantienen en su agenda político-electoral, ciertos temas políticos y por igual, a candidatos de preferencia.  Eso se observa a leguas, si hacemos un conteo de las veces que, algunos de ellos, han sido entrevistados en los últimos meses.

Estos medios defensores del modelo económico imperante, ven necesario respaldar candidaturas cónsonas al estatus quo. Para estos medios es un asunto de seguir acumulando riquezas, que sin mayor esfuerzo, les proviene de las canonjías estatales a través de sus adláteres que, tanto ayer como hoy, están en puestos cimeros del Estado, respaldados económicamente y a través de espacios de difusión dados por los dueños de esas televisoras y medios en cada periodo electoral, lo que para el 2024 no va a ser diferente.

Uno de estos candidatos que agarró otro camino con respecto al que originalmente había emprendido como independiente, es uno de estos favorecidos; pero es uno de estos personajes amorfos, cosmético y es, al fin y al cabo, más de lo mismo. Desde que salió al escenario, cinco años atrás, no ha propuesto ni propondrá nada espectacular. Solo hablará de corrupción porque ese será su caballito de batalla; además, este tema, como estrategia, ha tenido efectos sumatorios en otras latitudes y ha servido, incluso, para ganar campañas electorales en otros países. Por tanto, para qué cambiar el guion. Eso sí, no esperen de él una crítica ni de soslayo contra el modelo económico o las transnacionales eléctricas, de las comunicaciones, las mineras y otras que saquean el país. De eso nada.

Y es que la corrupción será uno de los temas de la agenda electoral. Eso se nota en el horizonte cercano. Además, sería de tontos, no usarlo en el discurso, teniendo en cuenta que hasta Estados Unidos lo está señalando, sobre todo, cuando ya han declarado pública e internacionalmente a su tocayo, corrupto, como tal.

Y para remachar el último clavo del ataúd, el asunto se empeora en este momento en que la Embajada está metida hasta el tuétano en nuestros asuntos internos y precisamente, estas televisoras responden a dichos lineamientos injerencistas, más que medios se han convertido en aparatos de propaganda. Vi recién una entrevista y para joder, dos personas extranjeras: una periodista colombiana que trabaja en un medio televiso panameño y la embajadora gringa, hablando abiertamente de nuestros asuntos y aunque la Constitución es clara y dice que la Ley es igual para todos los panameños y extranjeros  que permanezcan en nuestro territorio; no obstante, hay excepciones para los no nacidos en nuestro país, aunque estén bajo nuestro amparo y una de estas prerrogativas, precisamente, es no inmiscuirse en los asuntos que solo atañen a los nacionales.

Es algo así como, por ejemplo, irme a Colombia y criticar al Presidente de ese país suramericano o cualquier situación colombiana. Lo mismo sería ir a Estados Unidos y criticar allá, las decisiones que se estén tomando sobre cualquier asunto del país norteño. Eso caería mal en cualquier parte del mundo. Pero lo más irritante es que nadie del gobierno, que es el responsable de primera línea, dice nada. Hasta cuándo tales grados de genuflexión.

A mí solo se me ocurre recordarle a la periodista y sobre todo a la Señora Embajadora que: “Las normas de protocolo diplomático se basan en el llamado principio de cortesía internacional, un conjunto de reglas de etiqueta, respeto y estima establecidas en la práctica internacional y que se siguen en las relaciones internacionales. La violación de la cortesía internacional, especialmente deliberada, se considera un daño al prestigio y la autoridad de un Estado. El protocolo diplomático crea las condiciones adecuadas para que las relaciones entre los Estados, los gobiernos y sus representantes se desarrollen en un ambiente amistoso y pacífico y en un clima de respeto mutuo”.

Finalmente, los medios de comunicación no deben ser parciales y como rezan, en este caso, nuestras leyes electorales, éstos deben garantizar la igualdad de oportunidades para todas las personas que aspiren en un momento dado y por igual, responder de manera patriótica a favor de los intereses nacionales. Pregunto: acaso eso no es posible.

El autor es periodista, analista y escritor

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