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Ojo: Los Independientes Se Toman La Política En Panamá

 

por Gonzalo Delgado Quintero

 

 

De un tiempo para acá, en Panamá, se viene sembrando sigilosa, pero muy profundamente una actitud antipartidista en la ciudadanía; por cierto, un tema muy poco observado y estudiado en nuestros ámbitos nacionales, una ideología amparada bajo supuestos rasgos de democracia, ciertamente peligrosa y que, como la higuera, hecha raíces desde arriba, a partir del dosel arbóreo, hasta llegar al suelo donde se afianza para luego estrangular el árbol que le ha servido de huésped.

Aunque muy difícil de detectar, el anti partidismo presenta dos aspectos principales bien camuflados, pero muy efectivos, inducidos en la sociedad. Por un lado, tenemos la promoción del antipartidimo de reacción que en apariencia se entiende que es parte circunstancial de la actividad política coyuntural, como, por ejemplo, el descontento que produce como resultado de un torneo electoral en un importante segmento de la población. En el caso reciente de nuestro país, el candidato ganador solo obtuvo el respaldo del 34 por ciento de los votantes, queda entonces, tener en cuenta que siente y piensa el resto de ese 66 por ciento.

El otro aspecto del antipartidismo, es el criterio social y culturalmente inducido, de manera sostenida, por los grupos “independientes”, que militan bajo esa consigna. Este otro aspecto, se caracteriza por su estabilidad, paradójicamente, vinculada con los bajos niveles de la educación y poca formación política. En ese caldo maleable riegan su semilla ideológica.

La parte reaccionaria del antipardismo no tiene una aparente implicación en la actitud social o al menos de impacto significativo; pero no es cierto, sí, las tiene socialmente y no se olvidan fácilmente, porque contrario a quienes desapegan estos dos aspectos, más bien siento que cíclicamente, se dan acontecimientos que paulatinamente abren espacios que permiten que la ideología contra los partidos políticos se fortalezca cada vez más, cuando en el fondo se está caminando hacia una especie de figura de Estado corporativo al menos, o simplemente la idea corporativa de dominio de las masas en lo que al final sería un sistema totalitario.

De hecho, ese camino al totalitarismo corporativo ya inició con el actual sistema neoliberal en su expansión global impuesto por las transnacionales, en donde los torneos electorales, en realidad no aportan nada más allá o fuera de la circunstancia de lo que se elige o escoge y simplemente mata cualquier posibilidad real de soluciones y respuestas políticas que surjan a favor de los pueblos.

Por tanto, el aspecto cultural que se va consolidando poco a poco, además de promover el criterio contra el “partidismo tradicional”, bajo la democracia, se van desarrollando como la higuera, convirtiéndose en un síndrome más amplio de desafección política e ideológica.

Esa desafección partidista e ideológica, ya sea de izquierda o de derecha en la actualidad, habla sobre un sentimiento de cinismo con relación a la política y aunque muchas veces tienen razón; no obstante, esa es una peligrosa estrategia que va más allá, impuesta a través de la promoción de esa ideología del independentismo, que paulatinamente promueven las grandes corporaciones a través de la influencia de los medios de comunicación social, hacia las masas.

Creo que eso ha sido lo que pasó en Panamá en las recién pasadas elecciones de 2024, poco a poco el criterio corporativo del independentismo promocionado por los medios de comunicación y las redes sociales, ha tomado cuerpo, al menos en uno de los Órganos del Estado. El capitalismo en sus miles de formas de mimetizarse, ya está consolidando esa nueva manera de seguir sobreviviendo y eso no es solo en Panamá.

Pongo un ejemplo, y es que en medio de la escritura de este artículo, me llamó un amigo bocatoreño para preguntar mi opinión sobre lo ocurrido en las elecciones y aunque parezca inverosímil lo primero que profirió no fue sobre el resultado final, sino que la izquierda no debía gobernar y eso es como un chips en muchas personas. Le contesté con otra pregunta. ¿Cuándo ha gobernado la izquierda en Panamá?

Concluyo, y no soy pitoniso, en que de no suceder nada extraordinario, tal y como se proyectan las cosas, el presidente electo tiene una gran oportunidad de lavar su nombre, de hacer las cosas bien y no permitir el latrocinio; pero va a estar asediado, no por los partidos tradicionales, sino por una numerosa bancada duramente cuestionadora, que seguirá operando muy en el fondo, como principal promotora de la agenda 20-30 y de la ideología de Género, que son lo mismo. Continuarán hablando de corrupción, su caballito de batalla y no de cambios estructurales como debe ser y me atrevo a decir, incluso, que ya tienen sus posibles candidatos, tanto para el 2029 con el que llegó segundo, y con mayor fuerza, repito, si no sucede algo extraordinario, para el 2034 con el que no se postuló por razones cronológicas. Espero tener vida y salud para ver lo que hoy, 8 de mayo de 2024, escribo.

El autor es periodista, escritor y analista.

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