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Observaciones Acerca Del Breve Espacio De La Táctica En El Dilatado Tránsito De La Politica

Juan Carlos Mas C.

Un breve recuerdo de la infancia

Corría diciembre del año 1947 y junto con mi hermano Humberto cursábamos el segundo año de la primaria en la escuela Estados Unidos No 1, situada un poco después del cine Amador, cuando el día 12 un señor de aspecto rubicundo entró a le escuela y le habló a la directora y a los maestros – los alumnos solo escuchábamos – y dijo: saquen a los niños de la escuela, mándelos a sus casas que pronto va a pasar por aquí una gran manifestación, ya la caballería ocupa el parque de Santa Ana y hay que cuidar a los niños. La desbandada, ordenada por la directora fue inmediata. Mi hermano y yo que vivíamos por Calidonia donde ahora está Ana de la Americana, salimos corriendo la distancia hacia casa mientras ya alcanzábamos a ver en las inmediaciones del teatro El Dorado a la caballería de la Policía Nacional, a los manifestantes, las banderas nacionales yv el clamor de la multitud.

Al llegar jadeantes a casa mi abuela nos interrogó sobre lo que pasaba, diciendo ajá, ajá. Ella sabía todo porque la noche anterior mi tío Calzadilla y Solís Palma se habían dedicado a hacer sonar las cajillas de incendio y con ese estruendo esa noche, casi ominosa entre pitos y alarmas, parecía que avisaba a las gentes de que algo pasaría; Calzadilla y Solís Palma no alcanzaron a participar de esa manifestación que habíamos visto porque esa misma noche fueron detenidos.

No escapa a mi conocimiento la importancia de otros jalones de nuestra historia como lo es el caso de la lucha inquilinaria, o más atrás los titánicos esfuerzos de Porras para empollar un gran Estado nacido entre los dolores de la traición, pero este repaso tiene como propósito la revisión de hechos sucedidos en el tiempo preciso que abarca mi existencia y conocimiento directo. Con esta rememoración quiero enfatizar en los 3 hitos recientes que marcaron el madurar patriótico de la nacionalidad en el espacio histórico dentro del cual crecimos: El 12 de diciembre; el 9 de enero y ahora en este julio del 22 cuando ya estamos en la edad del análisis sosegado y la experiencia, pero aun persiguiendo la justicia y la corrección política.

Aquellas clarinadas de combate fueron llamaradas de capullo como se dice en el habla popular; cinco meses después del 12 de diciembre el pueblo se olvidó de su gesta y corrió a sumergirse en el jolgorio electoral cuasi carnavalesco, dando paso a la elección de Domingo Diaz y luego el ulterior trepaquesube de presidentes alternos, sucesivos y simultáneos que se entretejieron como en un baile de cuadrilla subiendo unos y bajando otros cuando murió Domingo Diaz.

Después debo hacer mención respetuosa de la Gesta del 9 de enero, cuya trascendencia superior escapa a estas modestas líneas que no alcanzarían para dimensionarla, pero debo recordar que después de haberse inscrito esta fecha en la sagrada memoria de la patria y del respeto de otros pueblos, cuatro meses después corrimos a elegir al gobierno oligárquico y represivo de Robles.

Ahora, en el mes de julio del presente año la convergencia de las luchas populares de todo el país logra una histórica coincidencia de las demandas sociales inmediatas de todo el pueblo poniendo a un lado mezquinos protagonismos y obliga a sentarse en las mesas de negociación a las fuerzas representativas del gobierno con su mandato implícito antipopular y antipatriótico y las obliga a maniobrar y prometer para evitar todavía una capitulación que se avizora.

Después de lo de Penonomé hay una aproximación general de las partes populares, lo que obliga a preguntarnos qué es lo que verdaderamente falta para concretar la unidad formal popular si constatamos que en la práctica se trasluce como una necesidad.

Lo anterior nos obliga a advertir el peligro electoralista que se asoma tras bambalinas. Veamos esto: Los elementos de reflexión que propongo ya no me pertenecen ni a ningún le colectivo sino a todos, porque si ya coincidimos en la práctica es necesario trascenderla y coincidir en la conceptualización o análisis teórico de nuestra conducta.

Ante todo, es importante precisar el alcance de la unidad que surge; ella debe construir una unidad que signifique una compactación nueva renunciando a las visiones particularistas que se alimentan de las vivencias separadas de las décadas del 70 y 80. Las heroicidades de cada sector de opinión han de fijarse en el patrimonio memorioso de cada grupo, pero no imponerse a los demás como prerrequisito para la aproximación. Solo existe un parte aguas: la invasión. Quienes colaboraron y festejaron con la invasión no pueden vestir el manto de patriotas. Quienes asumieron el mandato civil de la invasión continuadamente en el curso de estos últimos 32 años deben ser desalojados del marco del respeto popular por cuanto no suman sino restan.

Expresado lo anterior que aclara los elementos que, cual arroyos hacia un rio deben dar forma a una unidad necesaria, pasemos a hacer algunas puntualizaciones sobre categorías políticas que devienen a su vez de antiguas categorías militares: nos referiremos en primer lugar a los conceptos de táctica y estrategia, pero no nos detendremos en ellos solamente.

Qué es la táctica

Es una metodología de acción siempre transitoria, acordada para la adecuación sistemática y contingente en cada coyuntura de la modalidad o forma del debate público. Ella presupone intervención directa en acciones de masas con argumentaciones y acciones que fundamentan la misma. Todo lo anterior persigue el fin de facilitar la visión de las dificultades que impidan aislar al enemigo fundamental en cada caso o momento, expresado este como situaciones o personas que deben ser superadas y merced a ello consolidar el propósito superior y subsiguiente de viabilizar la estrategia.

La táctica es breve en términos temporales. pero recurrente mientras no se alcancen los objetivos estratégicos, lo que obligará a su actualización.

Al actualizar la táctica siempre hay que tener en cuenta el cuadro político y la cristalización o no de la situación estratégica. Mientras la estrategia no cuaje óptimamente la táctica se mueve en permanente adecuación.

Si la táctica pervive sin tomar en cuenta la situación estratégica nos puede llevar a una situación sin capacidad de creación política denominada tacticismo que expresaría la voluntad de existir solo para la maniobra. La adecuación táctica debe tener en cuenta que el enemigo táctico se expresa en forma política no en forma clasista.

La estrategia es la ruta, y sus logros son los que permiten conjuntar todas las posiciones políticas que están de acuerdo en mínimos y tal vez muchos máximos para lograr el cambio de poder basado en la voluntad unificada de las mayorías. Esto se expresa en la intención de crear una alianza pluriclasista democrática nacional.

El programa es el enunciado del conjunto de acciones para cuya ejecución se requiere tomar el poder. Esto se expresa en la intención de que el sistema pluriclasista democrático nacional que se logre formar se aboque a resolver los problemas sentidos por el pueblo panameño. En ese sentido el nuevo Estado propone y ejecuta una economía con prioridades expresadas políticamente cuya racionalización es constitutiva del programa.

Nos es de gran utilidad preguntarnos de qué serviría tomar el poder aplicando correctamente los principios de la táctica y estrategia si el pueblo no comprende y asume que hay un programa de cambios dirigidos a mejorar su inserción social. Un poder sin programa expreso de cambios solo se explicaría por un deseo de revancha contra la oligarquía; no obstante solo la bandera de los cambios progresistas desplegada al frente movilizaría la compresión de las masas impulsada por sus reales necesidades.

La política expresada en el programa al ejecutarse debe apoyarse en las estructuras de la comunidad y no pretender reemplazarla sino movilizarla.

La política al expresar el contenido del nuevo Estado en su etapa inicial debe tener en cuenta que el capitalismo en su forma imperialista y en su forma monopólica están en retirada, no así el capitalismo de pretensiones minoritarias.

El Estado surgente en su condición de Democracia Nacional y Social contiene dos satisfactores:1-Pan o bienestar y 2- la Dignidad de la participación. Todo ello puede aplicarse a la faz interna del Estado o la personalidad externa del Estado.

El nuevo Estado debe implementar una política justa pero dual. Toda vez que insistimos en que el Estado panameño contiene dos países: el de tránsito y el agro productivo, debemos ser conscientes de que un Estado democrático debe aplicar una política justa de desarrollo con estímulos diferentes que permitan al país profundo agro productivo superar su atraso relativo.

Admonición: Hemos señalado al revisar nuestra historia que el electoralismo partidocrático funciona como abortivo de la participación popular por eso advertimos contra el participacionismo electoral acrítico.

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