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La Célebre y bisoña canciller y nuestra descuidada política exterior.|


Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Recientemente, la Canciller de Panamá, Erika Mouynes, acaba de terminar una gira por oriente y también nos ha dejado perplejos por su forma peculiar de haberla abordado, así como los resultados para el país.

Es recibida en el noreste de China por su homólogo, Wang Yi y se le brindó la atención y protocolo que corresponde a su alta investidura, siendo la primera ministra de Relaciones Exteriores de un país latinoamericano en visitar China desde el inicio de la epidemia. Acto seguido al encuentro, se firmó lo que protocolarmente siempre se da en estos casos que es una declaración que previamente los funcionarios de cancillería de ambos países acuerdan después de un intercambio de detalles sobre los intereses comunes que se ventilan políticamente por la vía diplomática en largas jornadas.

Generalmente esta declaración, es la reafirmación en valores universales y de valía para el derecho internacional y de interés bilateral y que para que no queden en una esfera privada, se hace pública en una llamada declaración conjunta, que es el resultado de la visita oficial.

En el caso de Mouynes, declaró que: “el pueblo panameño siempre recordará el apoyo del pueblo chino a la justa causa de retomar el ejercicio de la soberanía del Canal de Panamá, y los aportes realizados por el pueblo chino al proyecto del ferrocarril y el Canal de Panamá en los primeros años. Gracias por el fuerte apoyo de China a la lucha de Panamá contra la epidemia. Las economías de Panamá y China son altamente complementarias y la cooperación pragmática ha dado resultados fructíferos. Panamá da la bienvenida a las inversiones chinas y proporcionará un buen entorno de inversión para las empresas chinas”

Y siguió sosteniendo la canciller Mouynes indicó que, “Panamá se adhiere firmemente al principio de no injerencia en los asuntos internos, y América Latina y el Caribe no son el «patio trasero» de ningún país. Los países de Centroamérica y el Caribe deben trascender las similitudes y diferencias ideológicas y trabajar juntos por el desarrollo común”.

Por un momento creí que había sucedido un milagro y que habíamos recuperado el talante de soberanía e independencia del que se hizo gala en la década del 70 y 80, no obstante, la bandera del interés nacional de Panamá, fue arriada nuevamente de manera estrepitosa.

24 horas después, la flamante canciller, quedó desdiciéndose de lo que había declarado y de lo cual existen suficientes evidencias.

Y hoy en la Asamblea General de las Naciones Unidas quedamos reafirmando, no el no alineamiento y la neutralidad como país, sino que hemos sido parte del bloque de países que se suma a la confrontación contra Rusia, solo para complacer a los intereses de USA, país con el cual tenemos una relación diplomática irregular, ya que, durante casi cinco años Estados Unidos no ha nombrado a un embajador titular en nuestro país y la canciller tampoco ha enviado oportunamente la solicitud de beneplácito del Gobierno de Estados Unidos para el candidato panameño a la embajada en Washington, el actual ministro de Comercio e Industrias¸ Ramón E. Martínez de la Guardia quien sustituiría al banqueo Juan De Dianous quien falleció hace algún tiempo.

Los chinos, un país cuyo registro histórico como nación, datan de más de siete mil años atrás, son poseedores de la más diáfana y solemne tradición protocolaria, me imagino que, no pueden entender lo que acaba de pasar.

La incoherencia, el abandono de principios fundamentales en nuestras relaciones internacionales, aíslan cada vez más a Panamá en la arena internacional.

El primer punto que se cuestiona sobre la canciller, no solo es su consabida bisoñez, sino y sobre todo, cómo ella puede ejercer y desempeñar ese puesto tan importante sin tener habilitados o restablecidos conforme al artículo 13 de nuestra Constitución que dice: “La nacionalidad panameña de origen o adquirida por el nacimiento no se pierde, pero la renuncia expresa o tácita de ella suspenderá la ciudadanía”, ella permanece en la actualidad, con su ciudadanía panameña suspendida, sus derechos políticos están suspendidos porque al haber el caso de renuncia tácita, cuando se adquiere otra nacionalidad o cuando se entra al servicio de un Estado enemigo,  por causa de que la misma adoptó la nacionalidad norteamericana hace algún tiempo y por tanto perdió de manera tácita la ciudadanía, o lo que es lo mismo, se suspendió. El modo de habilitarla o restablecerla se encuentra en nuestro texto constitucional, artículo 161, numeral diez, y que determina que, el mismo tenía que tramitarse ante la Asamblea Nacional y el Pleno debe adoptar una resolución de restablecimiento de sus derechos ciudadanos de modo que toda la gestión que ha desempeñado cae en vicio de nulidad por no tener capacidad jurídica para comprometer al país, es decir su circunstancia es similar a alguien que no ha cumplido la mayoría de edad y por tanto no goza de derechos políticos, por tanto no puede contratar ni comprometer porque no es ciudadana panameña.

Hicimos la investigación respectiva ante la Secretaría General de la Asamblea Nacional y no consta ningún proceso de restablecimiento de ciudadanía a nombre de nuestra canciller por lo cual ella ha ejercido la cancillería al margen de la Constitución.

El Gobierno Nacional debe corregir de inmediato dicho entuerto y nombrar de inmediato a otra persona que por menos no tenga impedimentos constitucionales para ejercer el puesto.

¡Así de sencilla es la cosa!

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