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De amor imaginario, también se vive o muere. (Cuentos cortos).|    


Por: Ramiro Guerra.  

Rubén Cabeza de Vaca Quintero, prometió amor eterno, a Claudina. En ese hogar la felicidad y el amor, era el plato fuerte diario.

En Río Grande, pueblo pequeño, todos hablaban o tenían que hablar, de ese amor de Rubén y Claudina. ¿Qué ocurrió? El amor entre ellos, como una vela se fue apagando.

Un día, cuando el sol estaba por ocultarse, Rubén, se dispuso ir de pesca. Dicen que el mejor pescado, es el de río de agua dulce y que la mejor hora para pescar, era en el límite entre la tarde y la noche.

Desde entonces, no fue el mismo; se tornó triste; no comía y tampoco dirigía palabra alguna a Claudina. Hizo un hábito, ir de pesca todos los días.

Su mujer comenzó a sospechar, se decía así misma, ese Rubén está enamorado. Su estado físico se fue volviendo tétrico. Hasta que un día, no logró ver la luz del sol, ni sentir la frescura de las mañanas. Murió.

Cuentan en el pueblo que, Rubén, en uno de esos días de pesca, creyó ver a una hermosa mujer; llegó al extremo de hablar con ella y en uno de esos diálogos de enamorados, juraron amor eterno.

Nunca existió tal mujer; pero él la daba como real.  Ese amor, lo fue consumiendo, que terminó caminando hacia el pueblo del cual nunca se regresa.

Otro cuento corto. Aquella noche en la cantina Pedro y sus amigos alegres libaban copas. Esa noche llovía a torrencial. Travesuras de viejos; a uno de ellos se le ocurrió hacer una apuesta. Cuál se atrevería ir a esa hora, al cementerio y clavar unos clavos en la lápida de Pablo, un viejo amigo de todos, fallecido tiempo atrás. El premio, servir de gorra durante un año, en todas las   tenidas. Pedro, presto y sin pensarlo se ofreció de voluntario. Se puso una capota que le prestó el cantinero al igual que clavos y martillo. Salió y nunca regresó. En la mañana muy temprano sus amigos fueron a la tumba. Que calamidad. Pedro yacía muerto. Murió de susto.  Parece que no se percató debido a la, oscuridad que, agachado sobre la lápida, parte de la silueta del capote fue penetrada por uno de los clavos y al tratar de levantarse, sintió un fuerte jalón. Murió talvez, pensando que fue el muerto Pablo.   Murió Pedro de un fulminante infarto.

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