Por: Ramiro Guerra.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Una línea para una gobernanza eficaz y que nos ayude a surcan el camino para el desarrollo y abordaje de los problemas del país y de los panameños, es saber hacia dónde vamos y en consecuencia establecer o concebir los planes, programas estratégicos, que puestos en marcha, vayan dejando los réditos para enfrentar la realidad.
Lo anterior se denomina, una Estrategia de desarrollo nacional sostenible. Si en eso, incurrimos en una especie de pragmatismo espontaneísta, de tal suerte que, caminamos innecesariamente por caminos tortuosos, dando tumbos. Con tal ausencia de planificación de los recursos con que cuenta el país.
El gobierno prometió generar en este quinquenio más de 50 mil empleos. Nos preguntamos, el cómo cumplir con esa meta y las políticas económicas correspondientes. Es decir, como lo va a lograr.
En mi opinión no hay nada claro. En esa misma línea, el tema de la inversión extranjera y la reproducción ampliada del capital nacional, lo mismo que una política dirigida a fortalecer a la pequeña y mediana empresa. Estos son los temas y desafíos que deben ocupar la atención de los gobernantes.
Sin embargo, se opta por cuestiones baladíes ante la ausencia de un programa o estrategia de desarrollo nacional.
Lo anterior es tan importante, que una reforma a la seguridad social y a la ley del seguro social, debería estar conectada con variables e índices que a mediano y largo plazo, robustezca el desarrollo y el empleo.
Sospecho que lo señalado, no existe y caminamos con un grado de olímpica improvisación, para enfrentar problemas serios como la crisis del programa del IVM.
El vacío que genera una falta de política o estrategia de desarrollo, es fatal. Esta no se construye desde arriba, con formas centralistas de ejercer el poder, sino con la participación de los diversos actores sociales y productivos del país.
Dicho de otra manera, la salida a las crisis, siempre tiene que ser democrática. Las imposiciones generan, como consecuencia natural, más desgracia y malestar. Verbigracia, el proyecto de ley 163. Y más cuando esta, esta permeada en su contenido, por normas que, en vez de mejorar las condiciones de vida, las degrada. Por eso hemos escrito que estamos frente a una propuesta regresiva y reaccionaria. No apuntala desarrollo, sino todo lo contrario.
Lo anterior nos lleva a sostener que, las reformas a la seguridad social, deberían ir agarradas de las manos de una propuesta de desarrollo nacional, progresista y democrática. No es así y todo lo contrario, imponer el proyecto 163, tenderá agravar la brecha social en el país y por lo pronto, generará desde el gobierno, un clima de alta tensión que, no podrán achacárselo a los sectores populares que resisten la imposición tiránica.
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