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Crónica de un viaje a Venezuela

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

 

Era el año 1975, acaban de pasar las elecciones presidenciales de 1974, donde Carlos Andrés Pérez gana la presidencia por primera vez como candidato de Acción Democrática. La tercera fuerza la había logrado José Vicente Rangel apoyado por el Movimiento al Socialismo dirigido por Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, y quien me recibió en Caracas fue Eladio Hernández presidente de la Federación de Centros de la Universidad Central de Venezuela en Caracas, líder de la Juventud del MAS en ese entonces.

Yo asistía como Subsecretario General de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), patrocinado el viaje por la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) y la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE) para promocionar la solidaridad en la lucha por la Soberanía Nacional de Panamá entre la Juventud y Estudiantes de Venezuela.

Hicimos una gira nacional que se inició en Caracas, Maracay, Carabobo, Valencia, Barinas, Mérida y San Cristóbal en donde pude hablar con los líderes y los estudiantes y jóvenes de diferentes facciones políticas de ese país a pesar de que se vivía, desde entonces, un clima tenso y hasta movimientos insurreccionales armados existían en esos entonces comandados por el PRV y otros movimientos.

Un joven apellido Rondón, era el presidente de la Juventud de Acción Democrática y me invitó al Hilton de Caracas, donde estaría Carlos Andrés Pérez inaugurando una conferencia de la Juventud adeca. Allí me lo presentó y lo saludé por primera vez. Él ya se había reunido con Omar Torrijos, en una isla del Caribe Venezolano. Allí tuvo Torrijos, el primer altercado con Carlos Andrés Pérez, que lo conminó a no enfrentarse a los norteamericanos al reclamar la soberanía total sobre el Canal, la salida de las bases militares norteamericanas, decía que esa pretensión era ilusoria y lo instó a que procurara mayores beneficios de parte de Estados Unidos y no se enemistara con ellos, al fin y al cabo, lo podían desaparecer le dijo. La contundencia y firmeza conque Torrijos le respondió convenció a CAP, de que Omar no estaba jugando a algún beneficio, sino a reivindicar para siempre la soberanía y la dignidad nacional de los panameños, porque le respondió que, si él tenía que dejar el pellejo en esta batalla, eso ya estaba decidido. Que lo que nosotros vivíamos, no se podía soportar para siempre, una frontera en el centro del país, la que él llamó la quinta frontera, un gobernador, una jurisdicción y una bandera extraña en el corazón de la patria. Ese día Omar Torrijos le preguntó a CAP que haría él si fuera esa la condición de Venezuela, a lo que CAP guardó un profundo silencio.

La soberanía total se convirtió en el objetivo estratégico del movimiento popular panameño, y desde el movimiento estudiantil estábamos haciendo lo que Torrijos empezaba a hacer con su patrullaje internacional en América Latina y el mundo entero. La solidaridad internacional de los estudiantes y jóvenes del mundo, igual que de los movimientos obreros y las fuerzas sociales progresista del mundo entero fue un elemento fundamental para la victoria de los panameños en nuestra pretensión soberana.

Recuerdo que cuando subía desde la Guaira, es decir desde Maiquetía hacia Caracas, después de pasar unos túneles que no estaba acostumbrado a transitar, hechos irónicamente por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, empecé a ver tantos cerros llenos de miles de casitas maltrechas y empinadas veredas, que me parecieron ver a 10 San miguelitos juntos. Impresionado pregunté cómo habiendo tanto dinero de los petrodólares, en ese entonces, había tanta gente pobre y me dijeron algunos que esa gente no era tan importante. Yo riposté y dije que cómo era eso que no eran importantes y alguien me contestó que la mayoría eran extranjeros y que no votaban. Confieso que me dolió en el alma esa respuesta.

En aquella época en Caracas, los ricos de entonces, se movían en helicópteros dentro del propio Caracas. Cada edificio tenía un helipuerto. Era tan abismal la distancia entre ricos y pobres que 20 años más tarde hubo una revolución que comandó y que ganó por los medios legales electorales Hugo Rafael Chávez Frías y que volteo la tortilla y hoy hay quienes quieren desde la violencia y el terror hacerse acreedores del poder sin respetar los términos constitucionales que rigen, les guste o no, y que los obliga a dirimir en un proceso pacífico de elecciones dentro de pocos meses, la voluntad del pueblo y que debe ser acatada, como máxima expresión de la soberanía popular.

Buscar cualquier salida violenta, descalifica a quien la utiliza y a quien expone a la muerte a los seres humanos, que no cosas, y que provocan los hechos violentos y sus graves consecuencia con tal de buscar el poder por los medios no legítimos políticamente y mucho menos sostenibles desde el punto de vista moral.

He visto a gente años atrás, de la oposición venezolana asesinando en la calle a jóvenes presuntamente chavistas, prenderles fuego a otros, incendiar transporte público, quemar oficinas públicas, destruir patrimonio del Estado, impedir la distribución de alimentos, sabotear servicios públicos básicos. Ello con toda seguridad descalifica a esas fuerzas para poder dirigir a un país hermano que requiere de la mayor sensatez y no de la rabia irracional que degenera en locura y finalmente en el exterminio fratricida.

Milagrosamente Venezuela, vivió en el pasado, y conforme a planes puestos en práctica por una oposición irracional, después de cincuenta días de violencia, no se ha convirtió en un charco de sangre, solo por la Gracia de Dios y por la prudencia y responsabilidad de quienes resisten las provocaciones y han demostrado mayor tolerancia y sensatez.

Por supuesto que hay fuerzas extrañas que atizan el fuego, por supuesto que es necesario un dialogo y entendimiento entre todos los venezolanos y nosotros sus hermanos bolivarianos, no debemos echar ni una gota de gasolina más a ese fuego fratricida y perverso, sino propiciar el diálogo prudente y necesario y que no se cegue una vida más, para satisfacer la avaricia por el poder de gente que no tiene miramiento en sus pretensiones egoístas como funestas.

Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece. Mateo 5: 6, 9 y 10 NTV

¡La paz es un asunto de valientes!

¡Así de sencilla es la cosa!

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