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AES Panamá, un Monopolio insostenible.|


Por: José Dídimo Escobar Samaniego

En el año 1972, Omar Torrijos Herrera, por razones de Soberanía, Seguridad estratégica y Dignidad Nacional, estatizó o nacionalizó una compañía privada de capital norteamericano que se llamaba “Compañía Panameña de Fuerza y Luz” y se le otorgó a el Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación (IRHE) que atendía la rama de la electricidad que fue creado en el año 1961 y fuera privatizado en el año 1998 por quienes confesaron alguna vez que eran “torrijistas”. Las Comunicaciones o la rama de teléfono de esta empresa, se le asignó a una Compañía Estatal que se llamó Instituto Nacional de Telecomunicaciones (INTEL), que fue una empresa modelo y que las dos le aportaban al Estado cuantiosas sumas millonarias que servían para sostener programas de desarrollo económico y social, además que, entre las dos empresas empleaban a casi 10 mil panameños con buenos salarios y todos cotizaban en la Caja de Seguro Social, además compraban suministros en el mercado local por cientos de millones de balboas que hacían caminar nuestra economía.

En un período de 8 años, esa institución, el IRHE, acometió una expansión y modernización de los servicios de electricidad en los que invirtió en varias hidroeléctricas, entre ellas Bayano, Fortuna, otras, y se optimizó las fuentes generadoras pero también la redes de distribución nacional y se incorporó al servicio, a la gran mayoría de pueblos y personas que, en muchos casos nunca habían tenido el servicio o lo tenían parcial con sólo petróleo aislado y extremadamente limitado en solo ocho horas al día, es decir, no un servicio continuo.

Esa política de inversión agresiva, revolucionaria y patriótica estuvo dirigida, además, a crear las condiciones para el desarrollo nacional de inversiones que terminaran por garantizar el desarrollo humano y estas jornadas fueron dirigidas por dos grandes panameños como lo fueron Edwin Fábrega y Ascanio Villalaz Paz.

Era una visión desde la vereda del Interés Nacional y con un sentido de Patria y de beneficio común, en donde la electrificación rural no era un sofisma, y se cumplía en gran medida aquella consigna de Torrijos que decía: “En Cada rancho, Un Foco” que en virtud de la justicia social se convirtió en una guerra contra las “guarichas”. Fue un periodo sin las coimas, sin el enriquecimiento repentino de los funcionarios, gente honorable y buena que amaba a Panamá y que la fortalecía para el objetivo de la Soberanía Nacional y el Desarrollo Nacional con oportunidad para todos los panameños.

Cuando 1998, Ernesto Pérez Balladares promovió la privatización del IRHE, a cuya responsabilidad estaba Aramburu Porras, el argumento principal que se usó para desandar el camino que Omar Torrijos había logrado era que necesitábamos modernizarnos, y hacer grandes inversiones en generación y que el Estado estaba imposibilitado para tales tareas. En aquel momento la deuda externa pública rondaba los 7 mil millones de dólares. Hoy día el Estado tiene comprometido un crédito externo, superior a los 40 mil millones de dólares, es decir, casi 6 veces más lo que se debía en aquel entonces, sin que nuestro patrimonio haya crecido, sino todo lo contrario, lo que significa que fue una gran mentira.

Se argumentaba que, con la privatización, para lo cual se fragmentó deliberadamente la institución, para hacerla más asequible a la voracidad de “especuladores inversionistas” que pagaron una bicoca, se lograría rebajar la tarifa por cuanto el costo de la energía era en la región, una de las más caras. Además, que el fondo de la privatización ha quedado convertido en una suma que no nos saca de ningún apuro importante.

Se creó entonces, el Ente Regulador, ahora ASEP, que nunca ha regulado a favor del pueblo y siempre ha sido una mampara controlada por y al servicio de los “inversionistas especuladores”.

Nunca fue verdad que mejoraran el parque generador y en más de 20 años, lo que trajeron fue instalaciones de generadores con combustible fósiles, o bien inversiones en hidroeléctricas violando la Ley y los derechos indígenas y sin mayor beneficio para el Estado. Todos esos contratos, en la mayoría de los casos son leoninos, ilegales y lesivos al interés de los panameños y sólo satisfacen el interés privado de los “inversionistas especuladores” y muy lejos está el interés nacional de los panameños más humildes. No estoy seguro que la misma suerte jugaron y juegan los funcionarios que tienen que ver con esas inversiones.  Sólo recientemente han incorporando una generación que nos toca subvencionar en un parque eólico en Penonomé, en donde ningún panameño fue contratado, lo cual no nos queda ni siquiera el aprendizaje y los beneficios a la economía no se ven porque todo lo importaron desde China exonerado. La Inversiones en Generación de Energía Solar solo se les abre a algunos amigos.

En cuanto a los distribuidores, tendrían los panameños que ver por ejemplo los informes financieros de la filial de Naturgy Panamá, empresa que caprichosamente cambia de nombre cada tiempo y es subsidiaria de Unión Fenosa en España, y esta es una de las empresas que más le ingresa y representa uno de los porcentajes más productivos de todas las inversiones en el extranjero de Gas Natural Fenosa de España.

Hace dos años atrás se aumentó la tarifa eléctrica, la más cara de toda la región, similares precios a los que escandalizan a los españoles en estos días. Los que abogaron por esta medida hablaban de costos que no podrían sustentar pero se les permitió en un tiempo de muchas lluvias y en donde el petróleo tuvo de manera general precios bajos. Hablan de los precios del petróleo cuando hoy su precio internacional está más bajo en un 40% que hace 26 meses atrás y con la proyección de que así se mantenga a la baja en los próximos 12 meses. (En la actualidad la humanidad consume cerca de 45 millones de barriles diarios, lo cual contamina enormemente el espacio y el ambiente, que es nuestro hábitat).

Con un crecimiento de la economía panameña, según cifras de la Cepal, un aumento al costo de la energía se convierte en una puñalada trapera, que no sólo disminuirá el crecimiento, sino que drenará hacía unos pocos, la riqueza nacional, porque todo el mundo conoce lo que significa la cascada de los costos en nuestra economía y quien los paga al final. Sin duda que, los terminan pagando; los más desprotegidos, que tendrán que esperar y postergar sus aspiraciones de mejoramiento económico y desarrollo humano y seguir condenados al ostracismo y a la injusticia.

Pero es el caso que, lo que en Estados Unidos no permite la Ley, Aquí AES Panamá, Una Empresa subsidiaria de AES Lighting & Electrical, si lo hace con la complacencia de la ASEP y el resto de las autoridades del país. AES Panamá tiene el control de casi el 70% de la Generación de energía, lo cual la Ley no permite, porque ante nuestros ojos y con la complacencia de nuestras autoridades nacionales se ha configurado un grosero monopolio impresentable, y un mecanismo de exportación neta de capital, llegando a los dos mil millones de dólares anuales, que representa un duro golpe a nuestra recuperación económica nacional.

Esta empresa, con esas grandes ganancias sustraídas del bolsillo del pueblo panameño, utiliza los mismos mecanismos que utilizaba la Brasilera ODEBRECHT y financia deportes, eventos culturales y hasta académicos y se vuelven generosos compulsivos, en una acción calculada para que nadie pueda señalarlos porque sacan a relucir su extraordinaria bondad muy bien publicitada.

Así, por ejemplo, financian eventos como el de La Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, su Comisión de Energía y los Capítulos de la APEDE de Coclé y de Azuero que invitan al “Foro de Energía de la Región Central” auspiciado por AES Panamá, que se desarrollará estos días de octubre.

Es el mismo modus operandi de las empresas chanchulleras como Minera Panamá, ODEBRECHT, FCC, MECO y otras que, financiaban todo tipo de actividades en el marco de una torcida campaña de profusa relaciones públicas para enervar la opinión crítica a sus andanzas.

A casi 50 años de que, Omar Torrijos, ese patriota que se agiganta cada día, nacionalizara el monopolio de la energía a través de la compañía norteamericana, Panamá Power and Light Company, hoy hemos caído nuevamente en una vergonzosa condición, de ser pisoteados nuestro derechos por AES Panamá que, ostenta groseramente un auténtico monopolio contrario a Ley, que manda a sus anchas en la ASEP, organismo éste que, más parecen abogados de oficio de dicha compañía que un Organismo regulador y cuya inexplicable negligencia inexcusable, ha permitido semejante asalto a la Ley, sin interponer por parte de ellos, como manda la Ley, ninguna medida, recurso o acción para tutelar o proteger a los panameños y a la Ley, cual su responsabilidad.

¡Así de sencilla es la cosa!

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