Por: Carlos Ochoa E.
El licenciado Alberto Cigarruista Cortés es una persona curtida en la política criolla y que ha ocupado los más altos cargos en el aparato estatal y cuando se llega a esos niveles, se debe hablar con altura y cultura, porque así lo exigen los valores de nuestra sociedad, Cuando dijo: “todos robamos”, lo atribuí a una metáfora, propia de nuestro lenguaje coloquial y más si se es interiorano, pero no fue así; al día siguiente se reiteró en lo mismo y persistió y mencionó ejemplos, cursis por cierto, porque robar y hurtar o birlar no es lo mismo, ni se escribe igual.
Al escucharlo y verlo, por su postura neurolingüística, todo indica que hablaba muy en serio, o sea que él no se establa excluyendo y así reiteró una y otra vez la misma expresión y no creo que una persona educada como su persona haga mal uso de la gramática y de la semántica de la lengua española. Generalizar no es una forma ética de plantear y sostener una realidad tan seria como la corrupción, es fácil entender que los pobres de este país, los son porque un puñado de ricos les han hurtado y robado todo y por esa realidad social es que nada tienen de todo, pero no se puede quitar los que no se tiene.
Por qué no señaló ninguno de los casos de alto perfil, de los cuales él tiene conocimiento y sabe quiénes son los involucrados, tampoco quiso señalar a cuanto suma, en dinero que El Tribunal de Cuentas a su cargo a logrado detectar, aunque no se haya podido recuperar; o a cuanto suma el valor de bienes incautados y perdidos por la burocracia estatal, de la cual hizo mención.
Generalizar es una manera muy burda y cursi de intentar decir la vedad, es como decir; “todas las mujeres son rameras por el hecho de ser mujeres, o todas son madres por ser mujeres”. Despliega la bandera de ladrones y de manera casi cínica se arropa con ella. Y al día siguiente lo reitera, “todos robamos”. El licenciado Alberto Cigarruista Cortés, Magistrado del Tribunal de Cuentas, parece desconocer estadísticas de Panamá: más de medio millón de panameños viven entre pobreza general y extrema, viven con un ingreso menor de cinco dólares al día. Carentes de lo más elemental para una vida digna y decorosa. ¿Y sabe por qué? porque cinco por ciento de bellacos de este país les han robado y hurtado todo.
Son como dijera una vez Eduardo Germán María Hughes, (Eduardo Galeano), refiriéndose a los que nada tienen, los “nadies”, Son los sin casa, sin trabajo, sin tierra, sin educación, sin servicios básicos, sin carreteras, los que llevan una vida miserable, son los que solo cuentan en el Registro Civil, solo son un número en las estadísticas, los que carecen de lo más mínimo. Esos no roban, porque no tienen a quien robarle, porque a ellos les han robado todo. Y si acaso roban es para no morir de hambre; muy distinto a los que roban, hurtan y atracan las arcas del estado por codicia y avaricia. O los que por desprecio y mezquindad no pagan un salario digno a sus trabajadores o eluden y evaden cumplir sus obligaciones tributarias.
Y como dicen allá en su pueblo, que también es mío, “no se pueden meter a todos en la misma churuca”; nos queda el sabor agridulce, si lo dijo de verdad, verdad o fue una metáfora, que si esa era la idea a la postre no le salió muy bien, no señor, no todo el pueblo es ladrón, puede ser la mayoría, pero no todos. Y como dice el refranero popular: “cada ladrón juzga por su condición”
El autor es profesor de Geografía e Historia y Sociólogo.
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