El día domingo 6 de agosto, según el Decreto de Gabinete No. 214, se realizaron las elecciones de representantes de corregimiento en Panamá en 1972. El proceso electoral fue abierto desde el 16 de marzo de ese mismo año.
El pueblo escogió a gente humilde, sencilla y honesta que, eran los líderes naturales de cada corregimiento que en ese entonces era 505 en todo el país. Hoy existen 699, casi doscientos más que en aquella fecha.
Al principio no cobraban por sus servicios y luego empezaron ganando 300 balboas mensuales.
Con la aprobación de la Ley Orgánica 105 del 8 de octubre de 1973, se diseña la estructura del Poder Popular en donde se creaban las Juntas comunales y las Juntas locales que, representaban una estructura de apoyo y orientación al representante de corregimiento, organismo en donde se debatía y establecía con la consulta popular, el plan de desarrollo de cada corregimiento, para atender, además, las necesidades más apremiantes de cada corregimiento y su población.
Resultó en un mecanismo ágil, efectivo y eficaz en la que por primera vez la consulta al pueblo era considerada y tomada en cuenta. Es decir, el valor de los ciudadanos al fin tuvo un espacio para su desarrollo.
Hoy a 53 años, un plan malvado de una descentralización orientada hacia el clientelismo urdido desde el poder económico, encaramado en el poder político que, ha buscado envilecer una de las estructuras que debía ser motor del desarrollo y base fundamental de una democracia real y popular, una gran parte de las Juntas comunales están involucradas con manejos turbios de asignaciones presupuestarias que, básicamente estuvieron vinculadas a malos manejos y a hacer favores que luego se cobraban por la vía electoral.
Una organización que emergió llena de prestigio y honorabilidad ha sido campo para el aprovechamiento personal de los recursos que deberían servir y atender problemas comunitarios.
Es una pena que, desde adentro del sistema de representantes no se advierta que, un organismo que nació para generar una vía democrática y en donde se escuchara a todo el país de boca de sus representantes, ahora estén señalados e investigados en muchos casos por el ministerio público, cuando deberían ser la voz que se alce para enfrentar la corrupción que nos hace tanto daño.
De los representantes primigenios, sobreviven muy pocos, la mayoría en el país eran santeños que regados por toda la geografía nacional, tenían ganado un liderazgo natural por su disposición al trabajo y por su honradez.
Frente a un gobierno autocrático, que no le agrada ni consulta con la gente, queremos saludar a los sobrevivientes de este mecanismo, el más democrático establecido en Panamá, rendir honor a los que ya no están y que esa experiencia nos dé fuerzas y enseñanzas para desarrollar la democracia panameña y enfrenta con firmeza a los que creen que este país, es un potrero y se creen mayorales y nos tienen a los ciudadanos por reses.