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Punto Coyuntural: seguridad social, pandemia y modelo económico.|


Por: Gonzalo Delgado Quintero

Hay situaciones que marcan los puntos de inflexión de la historia. Un antes y un después. Es el instante especial que fija una circunstancia fundamental que incide sobre la sociedad en general.  En este espacio actual de tiempo, se está viviendo ese nuevo cambio de trayectoria a la que denominamos momento coyuntural.

La pandemia, sin duda alguna, provocó y sigue marcando el nuevo rumbo del planeta; la sociedad global trata de re acomodarse. Pero esta crisis está aún imponiendo cambios radicales y de hecho  ha venido quebrando las estructuras de los modelos del sistema imperante, que agoniza entre sus escombros y trata con esfuerzo inútil de sobrevivir a toda costa.

Por su parte y al margen de las decisiones de los poderosos e impositivos dueños de dicho sistema, surgen las decisiones de los pueblos que están tomando sus propios caminos. En esta nueva circunstancia buscan y se  están moviendo bajo sus propias determinaciones. Y es que este sistema y quienes lo regentan, han sido incapaces de enfrentar la nefasta situación de la crisis sanitaria producida por  la pandemia.  En medio de este emplazamiento se ha producido una especie de “sálvese quien pueda”.

En este tétrico escenario mundial, Panamá se mueve y aunque es tomado como ejemplo de eficiencia y eficacia en materia de atención de la pandemia; no obstante, el país, por sus características, no está exento de obligaciones contractuales y de las presiones de estos poderosos que imponen, muy a pesar de su demostrado fracaso, sus aberrados criterios al margen de las necesidades de nuestro pueblo, que quizás ahora, ya no seguirá muriendo por razones de la Covid 19 , pero que en el futuro morirá por otras razones que en este momento, en paralelo al crítico momento sanitario que vivimos, se están cerniendo.

Un ejemplo es la posible hambruna general que se producirá en el mundo. Antes de la pandemia ya nos encaminamos a tales circunstancias que muy en el fondo se han venido agravando debido a las reiteradas imposiciones que parecieran empujar a la no producción de alimentos. Panamá no está preparada para auto abastecerse; desde hacen muchos años dependemos de las importaciones; además, se refleja la falta de incentivos, los insumos caros, la inseguridad productiva y el deterioro de los accesos y caminos de penetración que han reducido de manera impactante la capacidad y el interés de producir en todo el territorio nacional.

Una posible hambruna es real y en tal situación, seríamos incapaces de sobrevivir por nuestra propia cuenta; en tanto, hemos quedado dependientes de la importación de productos que antes éramos capaces de producir por nuestra cuenta. Nos han vuelto dependientes, a pesar de ser el país con más potencial económico de la región.

Nos siguen empujando a la privatización exacerbada, ahogando las capacidades de un Estado productor por un Estado que ni siquiera es capaz de supervisar. Nos siguen privatizando las instituciones bajo el criterio sorosano del salvataje y de las terapias de shock, así como lo hicieron en los años 90 en los países de Europa del Este y de América Latina.

Casi no está quedando nada de las estructuras institucionales del otrora Estado benefactor. En nuestro país por ejemplo, se mantiene un diálogo por la seguridad social. Una discusión dudosa y excluyente, sobre diversos temas de los que no se sabe nada.

Esta institución a pesar de todo, de haber sido vulnerada en el 2005, truncada en sus beneficios, servicios y prestaciones económicas y de salud; de haberle impuesto un sistema mixto que socava la capacidad de las jubilaciones, sobre todo, de los trabajadores más jóvenes que llegado el momento de recibir sus primeras pensiones previstas a partir de año 2027,  serán exiguas y muy por debajo de los niveles del costo de vida. Allí vendrá el grito al cielo.

De todo lo expresado, podemos concluir en que ese cúmulo de eventos está moviendo a los sectores populares, a los sindicatos, a los movimientos sociales y a todos los actores sociales progresistas a grandes convocatorias destinadas a contrarrestar el gran aluvión que nos encima a todos.

En nuestro país, a pesar de todo lo que está sucediendo. De que en este momento hay una pugna entre los sectores más recalcitrantes que tratan de excluir al movimiento popular organizado para disputarse en una sola contienda, la posibilidad de hacerse del control y el poder, en una especie de disputa, cuyos protagonistas serían esos grupos de la ultraderecha que se ha venido organizando en los movimientos autoproclamados independiente y otros sectores de centro derecha que mantienen presencia en estructuras del Estado.

En este escenario surgen diversas convocatorias populares; sin embargo, el pueblo está  expectante, tiene dudas razonables no de la necesidad de realizar el movimiento y la protesta, sino de quienes convocan. Estos sectores de la derecha siguen tratando de confundir al pueblo, pero no lo han podido lograr, a pesar de sus capacidades económicas, de tener los medios de comunicación en sus manos y de ser ellos, los dueños de los medios de producción.

Pero al margen de toda esa capacidad de la derecha, los sectores populares, grupos comunitarios, sindicatos, gremios, asociaciones, sectores de izquierda y del pueblo en general comienzan a tomar cartas en el asunto. Por ejemplo, hoy, 22 de septiembre, los trabajadores organizados están convocando a una gran marcha, cuyo objetivo principal es por la defensa de la Caja de Seguro Social, en el entendimiento de la grave crisis que hoy sacude la principal institución del pueblo y que es necesario defenderla de sus detractores.

El autor es periodista y escritor

 

 

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