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No se puede jugar con nuestra soberanía

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Las fuerzas de Seguridad en Panamá, absorben la friolera de casi 1,500 millones de dólares anuales del presupuesto nacional, incluyendo la Policía Nacional, El Servicio Nacional de Fronteras, el Servicio Aero Naval, el Servicio de Protección Institucional, incluyendo el Ministerio de Seguridad y sin incluir, porque no se pudo determinar con precisión, lo que se gasta el Consejo Nacional de Seguridad.

El ultimo presupuesto de las Fuerzas de Defensa que, concentraban todas nuestras fuerzas de seguridad de ese entonces y que resolvían eficazmente nuestra seguridad pública, ascendía a solo 120 millones de balboas anuales.

Toda esa inmensa asignación presupuestaria de ahora, no obstante, no logra resolver los graves problemas de seguridad pública por los cuales atraviesa la sociedad panameña.

Ahora resulta que, además de la misión fallida en materia de seguridad pese a la gran cantidad de recursos financieros nacionales asignados, el gobierno de EE.UU., con la complacencia del gobierno nacional y especialmente los estamentos de seguridad, cada día insisten en asumir un rol en el que sustituyen a nuestras fuerzas de seguridad y así hoy el FBI tienen presencia en Panamá, la DEA ha ampliado sus operaciones, y el Comando Sur con sede en Florida, ha estado desplegando fuerzas presenciales en Panamá, absolutamente incompatibles con la neutralidad del Canal a cuenta del tema de migración en Darién que ellos mismos promueven y luego rechazan.

La Autoridades de Migración Norteamericanas ofrecen el «Sueño Americano»

Luego les impiden entrar a los que han sonsacado para que se vayan hacia allá. Y Panamá es envuelta en esa vorágine que nos causa serios problemas y de nuestro escaso presupuesto tenemos que gastar ingentes recursos para atender a tanta gente varada y desdichada en nuestro país. Por tanto, ellos no pueden además, de incitar, pretender ocupar una parte de nuestro territorio para, a cuento de un hecho que ellos mismos lo crean, justificar su presencia que tiene claramente otros propósitos.

La violación a nuestra soberanía es evidente.

Por ejemplo, nuestras fuerzas de seguridad, operando en la misión riesgosa contra las organizaciones del narcotráfico, rescatan y evitan que entren al mercado norteamericano que tanto daño le hace a su población y especialmente a sus jóvenes, una suma cercana a las 150 toneladas de cocaína en un periodo de un año, no obstante, las autoridades norteamericanas desconfiando de nuestras autoridades nacionales, solicitan que, se les entregue a ellos, las mismas, para exterminarlas, sin que Panamá, tenga certeza de que las tales efectivamente, proveniente de un esfuerzo de todo el país, vistos los sacrificios presupuestarios que nos toca a todos, las resultas es decir las perversas drogas son destruidas y no son revendidas, porque la misma duda que pesa sobre las autoridades panameñas, es similar a la que tenemos sobre las autoridades norteamericanas, y peor  cuando nos adentramos en hechos históricos como los ocurridos a finales de la década del 80 con el Almirante John Poindexter y Oliver North que se dedicaron desde sus altos puestos en la Seguridad norteamericana a traficar con drogas y armas y con las resultas sostenían a la guerrilla de los contras nicaragüenses y otras fuerzas de derecha en Centroamérica y que finalmente fueron condenados por las autoridades judiciales de USA, sin embargo, exonerados (indultados) penalmente por el Presidente George Bush.

La soberanía panameña no puede ser comprometida alegremente, ni podemos desconocer el sacrificio de nuestros héroes y mártires en la lucha histórica contra las bases militares extranjeras en nuestro territorio y menos que, se utilice el territorio nacional para establecer algún tipo de instalaciones cuyo propósito sea el control geopolítico de la región sacrificando nuestra neutralidad, congruente con nuestro interés nacional.

No he visto ni oído a ningún pre o candidato a presidente de la república pronunciarse sobre este fundamental tema pero, sí he visto a varios congregados en la embajada de Clayton, buscando tal vez, como en ese pasado bochornoso, la aprobación y el respaldo extranjero a cambio de la genuflexión, generando con ello una grave afrenta a la patria nuestra.

Nosotros somos amigos del pueblo norteamericano, como de todos los pueblos del mundo y estamos comprometidos con la paz regional y mundial. Somos partidarios de los arreglos pacíficos de las controversias para que, habiendo paz, se den las condiciones necesarias para que la humanidad entera participe del disfrute del desarrollo económico y social a que tenemos derecho aspirar.

¡Así de sencilla es la cosa!

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