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Mi comadre Andrea.    

Cuento corto.

Autor: Ramiro Guerra.   

Razones que no vienen al caso, mi comadre Andrea, terminó viviendo en nuestra casa. Estaba por cumplir 65 años. Sus ahijados le llamaban Matea.     Ella era un libro de cuentos. En las noches antes de irnos a dormir, nos reuníamos a su alrededor.

No paraba. Sus cuentos de diablos y tuliviejas, eran su plato fuerte.  El problema al irnos a cama, que calamidad; el miedo se apoderaba de todos. La manera de contar los cuentos, parecía tan real y sugestionador.

Una noche, al terminar de relatarnos sus cuentos, se despidió de mi algo ceremoniosa. Hasta que nos volvamos a ver, fue lo que me dijo. Me pareció raro; sentí un escalofrió y quede con la impresión de que algo malo sucedería.

Matea, solía ser la primera en levantarse. Esa mañana no fue así.

Fui a su cuarto y quedó en vilo. Ojos abiertos mirando hacia al frente donde en la pared colgaba un crucifijo. Me di cuenta que se había ido.  Con mi mano derecha y muy tiernamente le cerré sus ojos. Temeroso, porque en vida ella nos contó, que cuando alguien muere con los ojos abiertos, es porque alguien le seguirá en ese tortuoso camino hacia los campos celestiales.

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