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LA REVOLUCIÓN DE LAS CONCIENCIAS

Editorial

La solidaridad traicionada

No solamente detrás de barrotes de una cárcel, se es prisionero.

Hay gente que su conciencia no los deja dormir y si duermen, son objeto de pesadillas diabólicas; otros son rehenes de intereses poderosos, que le doblan las rodillas y no los dejan actuar soberanamente; hay otros que sencillamente han hecho de sus actuaciones, un rosario de cuantas veleidades se les ocurran y sencillamente, han hecho del cinismo, un oficio y juegan al discurso falsario y surrealista.

El primero de julio, después de los discursos que nos hablaron de un país, que por más esfuerzo visual que hagamos, no lo podemos ver y, describiendo la condición que viven los del gobierno y el poder económico al que sirven, desde su propio cristal, que a pesar de todo por lo que ha pasado el pueblo, a ellos sin embargo no les ha ido nada mal, nos enrostraron para concluir esos actos, un banquete de viandas exuberantes y bebidas que, con solo una botella, una familia completa, se alimentaría durante más de un mes, convirtiendo este acto en ofensa profunda a la dignidad de nuestro pueblo que ve desde lejos tanta ofensa a su dignidad y su condición desigual. Quedó así sellada la alta traición a la más esencial solidaridad de la que tanto apelan estos personajes.

Peor y más canalla, cuando se actúa desde la cúspide del poder o desde una posición de privilegios y beneficios.  No hay espacio para valores como la humildad y menos para un hacer mediador ético.  Esta Asamblea, se descalificó ese día y nos abofeteó nuestro rostro, cuando con el presupuesto que se gastaron muy bien pudiera servir para construir un puente peatonal para que los niños de la Comarca no expongan sus vidas diariamente cruzando esos ríos torrentosos, a través de trampas de muerte que dan cuenta de la desigualdad que nos debe avergonzar.

La víctima de esta variedad de especie de homus despreciable, es el pueblo. Es el que paga los platos rotos de tantas prácticas oprobiosas. No les queda otra que conjugar el verbo luchar. Yo lucho, tu lucha, él lucha, nosotros luchamos, ellos luchan y vosotros lucháis.  La moral revolucionaria: nunca dejar de ser optimista.

Más temprano que tarde, el sol de nuestra justicia se levantará y alumbrará todas las cosas que hoy en la oscuridad andan y nuestra suerte será la Paz que proviene de la simiente de la Justicia y la hermandad de la raza humana. Y todo esto será, no por voluntad humana, sino por designio inmemorial de nuestro Señor que vive reina por los siglos de los siglos.

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