El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra.
Escritor, Jurista Y Cientista Político.
De vanidoso no tengo nada, pero en varios artículos antes y después de las elecciones de mayo de año pasado, señalé que la situación en Panamá, cursaba la trayectoria de una bola de nieve. Marcaba una tendencia a crecer.
Fui más lejos, al escribir, que los eventos de lucha social de 2022 y 2023, no cerraba la coyuntura y que nuevos eventos darían y crearían las condiciones, tanto objetivas como subjetivas, para un mayor protagonismo de masas. En efecto, la realidad hoy nos ha dado la razón.
Todo lo anterior se pudo haber evitado. Sin embargo, el poder y la administración errática del país, subestimaron la realidad y con ello, lo que se presentaba como malestar, hizo catarsis.
De una ambiente de predisponibilidad de masas, transitó hacia un proceso de plena disponibilidad y protagonismo de masas, en todo el territorio nacional.
El poder erró , al subestimar al pueblo panameño y creyó que la sola mediatización montada sobre escenarios falsos y el discurso mitómano, desmontarían y desviarían el curso de el río, cuyo ruido, anunciaba piedras y amenazaba, con inundar todo a su alrededor. Como se dice, una cabeza de agua, puso de manifiesto un escenario de fuerte convulsiones político social.
La historia panameña, da cuenta de el pueblo, cuando se trata de gobiernos que asemejan a tiranía, lo bajan como ocurrió con el caudillo Arnulfo Arias. Su popularidad, no evitó en la década de los 50 del siglo pasado, bajarlo del trono.
En la actualidad , el gobierno de Mulino, contra marea, vientos y procedimientos antidemocráticos, ha venido imponiendo una agenda de gobierno, a toda luces , anti popular y antidemocrático.
Ejemplo, la reforma a la ley de la caja de seguro social, el tema minero y la renuncia a defender la integridad de la nación y la soberanía.
El régimen , subestima al cuerpo social de la nación. Todo el espectro social, está en la calle y reclama la derogación de la ley 462. Nada de mina y la cancelación del memorándum, que permite por parte de los Estados Unidos, volver sobre el pasado, permitiendo bases militares yanqui en el territorio nacional.
Se trata de un memorándum, trabajado por el gobierno de Trump y dócilmente aceptado por el gobierno.
Lo escribimos, desde el inicio del gobierno, el presidente no midió el alcance de decir, que su gobierno era de la empresa privada. Con eso selló la alianza con la oligarquía históricamente plegada a los Estados Unidos. Esa gente desprecia el sentido de patria y soberanía.
Un análisis socio político, conduce a señalar, que el régimen, si no está aislado, vive una soledad; la soledad de estar divorciado de las mayorías nacionales.
Juega su suerte al apoyo de la fuerza pública y la oligarquía y sus gremios empresariales.
Crisis como la que estamos viendo, pueden tener el poder, de generar rajaduras aún en las fuerzas públicas y el bloque dominante y sus fracciones.
La historia en Latinoamérica, es rica en este tipo de procesos.
El país sucumbe ante una precaria democracia y un estado de derecho que viene a complicar la vida en un ambiente de plena justicia.
El barón de Montesquieu, si estuviera vivo, apuntaría sus críticas hacia el órgano judicial. La justicia no puede ser personal o de deliberación subjetiva. Menos contaminada por un hacer mediador de otros órganos del estado.
Lo anterior es el mayor desafío que tienen los operadores de la justicia.
Una de las virtudes que tiene el hombre, es su capacidad de la autocrítica. Fatal error, conducirse como el magister dixi.
Descalificar por descalificar, aduciendo todo clase de adjetivos menospreciativos, retrata de entero al individuo. Gobernar de esa manera es contraproducente.
Tiene que haber un replanteo del orden democrático. Ello no puede venir de la oligarquía; esta siempre por natura, es excluyente y cree que dominan por orden de la divina providencia. Allí donde gobierna y dirige, siempre habrá crisis.
