El actual gobierno debe reconocer que no llegó, sino con una débil legitimidad al poder, es decir con tan solo el 34% de los votos y a diez meses del ejercicio del poder, la aceptación pública ronda el 80% de rechazo a la actual administración y el gobierno lo sabe.
Sin embargo, la forma de ejercer el poder es como si se tuviera un respaldo ampliamente mayoritario.
La situación actual es que cada día más se fortalece la Huelga General, pero el gobierno no abre ninguna ventana para una negociación que ponga fin al conflicto y que supone que las dos partes deben desaprenderse de sus posiciones y encontrar un punto de acuerdo, pero el gobierno insiste en mantener inalterable la causa por la que la gente está en las calles.
El gobierno debería crear urgentemente las condiciones para poder modificar su rumbo, antes de que sea demasiado tarde y las circunstancias históricas terminen por arrollarlo regado en las cunetas de la historia.