Escribas y Fariseos.|

Por: Eduardo A: Reyes.

 

Aquellas personas creyentes han tenido la oportunidad de escuchar sobre estos personajes bíblicos.

En parte los adversarios y enemigos del gran Jesucristo. Antagónicos a todo acto de justicia terrenal y practicantes de la explotación de sus pueblos.

Han pasado más 2000 años desde que Jesucristo fue crucificado y retorna con su Padre.

Aún en pleno siglo 21 predominan estos personajes en todos los pueblos de la tierra.

Ahora quizás tengan otros nombres y oficios, pero persisten en la práctica de costumbres esclavistas con quienes consideran su “prójimo”.

Es evidente que, en esta pandemia, algunos han fortalecido este macabro rol y otros grandes adoradores del oro, no cesan de menospreciar la vida de nuestros pueblos.

Cada uno de nosotros sabrá identificarlos.

Lo triste es que, la doctrina cristiana que dicen practicar no es cónsona con sus actos.

Acuden a sus templos y se ubican en áreas para que los demás los vean y crean que son realmente practicantes de estos cultos cristianos.

Al salir de allí, dejando esa impresión positiva, se transforman en personas dispuestas a hacer de todo para lograr riquezas.

Y sobra decir que, son los más “grandes devotos” de cuantos santos existan.

Las grandes cifras de desigualdades crecientes en nuestro planeta, solo las observan o ven como frías estadísticas para hipócritamente en diferentes tertulias continuar en ese protagonismo engañoso.

Abogan falsamente sobre la necesidad de hacer justicia social.

Al llegar a una posición privada o pública, se engrandecen y practican esa vieja frase: EL FIN JUSTIFICA los medios.

Robar, y robar, evadir impuestos etc. es su filosofía y costumbre ejercida con cómplices que le facilitan esa máscara carnavalesca.

Son los nuevos fariseos y escribas de este mundo.

En un entorno de impunidad y corrupción son felices.

Es un escenario ideal para seguir comiendo el fruto prohibido.

Idolatran a Caín pues el hijo de Adán Y Eva es su paradigma.

Cometer homicidios dolosos en sus diferentes maneras a ese prójimo o hermano que dicen amar, es parte de esta conducta.

Y lo más preocupante es que, para mitigar su imagen conocida de maleantes y truhanes, aportan a sus instituciones religiosas cantidades del dinero mal habido como para comprar el perdón divino. Es la moderna dispensa.

Nuestros pueblos a quienes cada día se les ha robado el derecho a reflexionar y discernir, cada quinquenio, a alguno de ellos le dan la sensible responsabilidad de gobernarnos e indirectamente debilitar el actuar de las autoridades que deben impartir justicia.

Pero están inmersos tanto en sectores públicos y privados.

Y desde allí con influencias en algunos medios de comunicación social siguen robotizando e idiotizando a nuestro pueblo.

Que parecido son a aquel que ante el altar de Dios exponía sus falsos méritos y los comparaba con un pecador que oraba a su lado, quien confesaba sus fallas.

Al salir ese falso personaje, hoy vigente, iba a la búsqueda de más víctimas para su explotación y esclavitud.

Cada jornada clavan en la cruz a millones de personas, desterrándolos a la miseria, pobreza y muerte prematura.

Pueden darle 365 días de cuaresma y no cambian hacia lo mejor.

Nuestros pueblos deben despertar y comenzar a identificar a esos fariseos y escribas para que cada día podamos depurar nuestra sociedad, hoy en un escenario muy parecido a Sodoma y Gomorra.

No importa qué vestido o uniforme utilizan.

Recordemos que hay maleantes que escalan a diferentes profesiones y oficios y en perfecta metamorfosis, desde allí hacen todo tipo de fechoría.

No es acudir por “moda” a un templo religioso

Es el ayudar a transformar nuestra sociedad que cada día se hunde en grandes abismos.

Es realizar una transformación y renovación para acabar con estructuras y formas de vida corruptas por la vía del pacifismo de Cristo.

Si creen lectores que exagero, relean y revisen con conciencia ciudadana todas las noticias sobre escándalos acaecidos sin excepción desde hace décadas.

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