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El torrijismo tiene vigencia, como una herramienta para interpretar a nuestra sociedad. Martín Torrijos

El de 13 de febrero pasado, Martín Torrijos disertó en ocasión del 94 aniversario del nacimiento de Omar Torrijos el siguiente discurso en la Fundación Omar Torrijos Herrera que, por su valor, lo damos a conocer en este medio.

Martín Torrijos

Amigas y amigos.

El general Omar Torrijos fue tocado por la historia.
Venimos a la casa de Omar, para honrarle y quererle como siempre.
Veo aquí las caras de torrijistas dispuestos, reunidos alrededor de su recuerdo.
Desde un día como hoy, hace 94 años, nos acompaña, con su sombrero, con su alegría, su cariño y con su conciencia limpia.
Gracias a él, su legado hizo de Panamá un país completo, sin exclusiones.
Lideró la jornada de generaciones por recuperar el Canal, hizo realidad la soberanía nacional y logró la independencia.
Su empeño de descolonización, su batalla en el frente social, también trazó un programa de desarrollo nacional, para que los panameños tuvieran una vida digna. Fue el diseño de un país novedoso que convenia a todos.
Decir Omar, es decir: transformación, patrullaje doméstico, justicia social, Poder Popular, concertación, consulta y eficiencia en la gestión del estado y sus instituciones.

Omar Torrijos es inspiración.

En su ideario está grabado el mandato de procurar la unidad para lograr los objetivos.
Unidad nacional porque la patria no es individual, es colectiva, unidad para hacer el país. Su método fue convocar a la gente y estimular su participación como motor de los cambios.

Señoras y señores:

Hoy quiero compartir con ustedes algunas ideas sobre el presente y trazar con su ejemplo una ruta, que nos lleve con unidad y optimismo a la construcción de un proyecto nacional.
Hay un puente que cruzar. Un puente que une al pasado con el futuro.
No podemos anclarnos al pasado. Sí podemos acumular las herencias para hacer el futuro compartido.
Se trata de pasar al futuro con la visión, los principios y el coraje que nos legó Omar Torrijos.
Tenemos la obligación de entendernos entre panameños. Y construir un proyecto de país en unidad.
Construir el país con solidaridad, con sensibilidad humana, donde las coincidencias sean mayores que las diferencias.
Tener la determinación que Panamá, sea un país con mayor equidad y menos desigualdad.
Se trata de cuidar nuestro país, de no dañarlo y engrandecerlo con dignidad y respeto.

No hay nada, nada más importante que Panamá.
Hay mucho por hacer. Y ese hacer es el futuro.
Para esa tarea, hoy tenemos que mirar más lejos, con nuestras visiones, abriendo trochas, para enfrentar los viejos y nuevos problemas que tenemos al frente, que no se pueden rehuir ni dejárselos a otros.
Esto significa que el torrijismo tiene vigencia, como una herramienta para interpretar a nuestra sociedad.
Para acompañarla en la construcción de un nuevo Panamá, que logre el bienestar de todos y supere los males sociales que nos hieren y que nos avergüenzan; que nos dividen y nos enfrentan sin sentido.
Alejándonos de las posibilidades de un futuro para corregir errores sin egoísmos.
Entendiendo que la realidad que vivimos los panameños solo se arregla con la participación de todos.
Los problemas como la falta de empleo, el alto costo de la vida, la violencia en las calles, la violencia que se vive en los hogares y en contra de nuestras mujeres, la educación de los jóvenes, el deficiente e inhumano sistema de salud o el problema de la Caja de Seguro Social, ya no se resuelven solo con enunciados y palabras. Ya es hora que los hechos entierren al discurso.
De allí que para nosotros el torrijismo no puede ser estático, algo sin vida, no puede ser un Torrijos fantasma, de fotos y de frases, sino un Omar Torrijos que respira, sin insultos, sin corrupción, con humildad, con trabajo y con amor a la patria.

Esa herencia política del Omar que vive, nadie se la puede apropiar y no pretendo hacerlo. Simplemente porque no cabe dentro de ninguna organización política, o social, él convive en el sentir de su pueblo, con partido o sin partido.

Amigas y amigos:

Mi padre me enseñó, como hijo y discípulo, la práctica y el respeto de los principios.
La lealtad con uno mismo. Con las ideas propias y ajenas.
Con las ideas que nos mueven a la acción, que nos llevan a construir y no a la práctica de destruir.
Él empeñó su liderazgo en el combate a la pobreza, en hacer de la educación una herramienta para la movilidad social. Con él surgió una clase media profesional capaz de sacar adelante a su familia con su propio esfuerzo.
Creó una nueva institucionalidad que logró soluciones colectivas.
Fue una época donde los panameños avanzamos juntos, donde nos sentíamos orgullosos. Esa unidad nos permitió recuperar el Canal y marcó la ruta hacia un desarrollo en democracia y equidad.
En esa ruta, después de la firma de los Tratados Torrijos Carter y la entrega del Canal a Panamá, el 31 de diciembre de 1999, logramos la ampliación del canal, en el año 2006.
Aun así, la tarea social sigue en pie y sólo termina cuando un país con equilibrio social exista.

Para ello se requiere una política de decencia y transparencia, no de la corrupción.
Una política de la ética, de humildad y no del abuso del poder.
No es el clientelismo ni es el voto que se compra.
No es deformar la democracia y usar partidos políticos para fines personales y hacerse trajes a la medida de sus privilegios.
Para ellos, poner al descubierto sus arreglos, es un acto imprudente, un acto de división. Para nosotros es evitar las concesiones, los favores, las ventajas que son las que dividen.
Porque a nosotros, a los torrijistas, nos interesa un futuro construido con verdades y no con mentiras.

Señoras y señores:

No podemos quedarnos en los diagnósticos y los lamentos.
Tenemos que reconocer, que hemos sufrido retrocesos importantes en la institucionalidad democrática.
A veces, pareciera que son más importantes las diatribas y las rencillas políticas que los objetivos nacionales, como si de pronto se nos hubieran apagado las luces largas.
Todavía estamos a tiempo de enderezar el rumbo, para que las decisiones políticas no estén basadas en engaños y promesas irrealizables, sino en la conciencia plena de que unidos es posible un futuro sin los vicios del presente.

La unidad nacional y la solidaridad son los cimientos sobre los cuales construir una sociedad distinta, capaz de atender los problemas que agobian a las familias panameñas.
Por ello, nuestro tiempo es el de atender los problemas de la gente.
Nuestros empeños tienen que centrarse en una lucha tenaz y decidida por no prolongar más la pobreza.
Hay mucho por superar. Hay que dejar atrás aquello que impide lo que hay que hacer y cómo hacerlo.
Nuestro país es antes que cada uno de nosotros.
Me parece que los puentes se levantan con la mira puesta en nuevos objetivos, en proponernos metas centradas en el desarrollo humano de nuestro pueblo.
Con toda responsabilidad les digo, Panamá requiere de un nuevo pacto social, para alcanzar ese desarrollo. Tenemos que unirnos en torno a propósitos superiores comunes.
Los países divididos sucumben y se estancan.
La única garantía es la nación compactada, con razones e impulsos que surgen de nosotros mismos, con la unidad como clave.
Que un día como hoy naciera un patriota, y que 94 años después todavía lo estemos celebrando es la constatación de que la esperanza siempre está presente.
El futuro está en la determinación misma de cruzar el puente.
Al hacerlo, al dar los pasos y avanzar, está el futuro de todos, están los nuevos comienzos, las nuevas motivaciones, los retos, la construcción diaria, el país que supo y pudo vencer los obstáculos y andar con la certeza de estar en la dirección histórica correcta.

¡Hagamos por Panamá lo que hoy hubiera hecho Omar Torrijos!

¡Esa es la celebración que el Viejo merece!

MUCHAS GRACIAS

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