Editorial

 

El País podría estar en paz, pero el gobierno y La Asamblea se han empecinado en subvertir el orden y afectar la dignidad y el decoro de la patria y los panameños.

Pretenden imponer a sangre y fuego un contrato minero y encuentran en el almacén de la procacidad, méritos para asestarle a los panameños y su futuro, un golpe demoledor en el que, entregan soberanía, control de territorio , espacio aéreo y marítimo, como si fueran soberanos, además de toda la riqueza de nuestro subsuelo por migajas, a una empresa de delincuentes que, le ha estado robando al país, miles de millones de dólares durante más de cinco años y ocho meses en los cuales ha extraído oro, cobre, molibdeno y otros minerales de alto valor económico, sin que tengan algún documento legal que los ampare y ello, los convierte en delincuentes y la apropiación de nuestros bienes alcanza cifras multimillonarias y lo siguen haciendo, sin que, el gobierno haga nada, siquiera para hacer cumplir lo establecido en la sentencia constitucional del 21 de diciembre de 2017 que, quedó ejecutoriada, según nuestro Código Judicial, el 24 de diciembre de 2017, es decir, tres después en que las partes fueron notificadas de la citada resolución constitucional.

Pero, es el caso que, el gobierno nuestro, desde sus actos, defiende con mayor entusiasmo y muchos recursos que son nuestros, a la empresa minera con una campaña publicitaria igualmente engañosa, esa misma empresa que, irreverentemente desacata las decisiones judiciales y constitucionales emitidas por nuestras autoridades jurisdiccionales.

Parece que escasea y hace ausencia la sensatez dentro del aparato del gobierno y obligan al movimiento patriótico popular a preparase para movilizarse y en última instancia hacer efectiva una huelga general nacional sin precedentes, a los efectos de impedir que, se materialice la entrega y la venta atroz de la patria.

Cuando se ama a alguien o atesora algo, uno lo cuida y lo protege y con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo, nosotros, este medio, hará lo necesario y lo que esté a nuestro alcance para defender a esta tierra que nos regaló Dios, con todas sus riquezas, que deben servir para sacarnos a todos de la desigualdad y la pobreza que tristemente son impresentables, y si alguien se empecina en que perdamos los valores y principios que nos enseñaron nuestros padres, los enfrentaremos resueltamente, porque la patria no se vende, la patria se defiende.

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