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El Presidente En Su Laberinto Y Sus Carencias


Por Carlos Ochoa E.

Durante el periodo electoral, es responsabilidad de todos los candidatos a elección, presentar su plan de trabajo y sustentarlo antes los electores; cuando el actual presidente de la República, José Raúl Mulino Quintero, emergió como candidato a la presidencia no presentó ningún plan de trabajo, del mismo modo, no fue a los debates entre los candidatos; muchos pensaron que era una estrategia electoral, teniendo en cuenta que las promesas electorales, son sencillamente eso, promesas.

Hay que recordar que el candidato del partido Realizando Metas (RM), Ricardo Martinelli, no era el señor Mulino, sino el propio Martinelli, el cual no pudo correr al ser condenado por blanqueo de capitales. Existen dudas razonables sobre la legalidad de su postulación del señor Mulino, por el hecho que él no fue postulado por el partido,RM, sino por Ricardo Martinelli, por allí comienza el laberinto, aunado al hecho que en este país, Panamá, no hay segunda vuelta en las elecciones.

Según fuentes del Tribunal Electoral, en las elecciones de mayo del año pasado, el 100 por ciento de las personas con capacidad para votar era de 3.4 millones de panameños, pero de ellos solo votó el 77 por ciento, las más alta  cifra en las últimas elecciones, según el Tribunal Electoral, así ese 77 % se convirtió en el 100 % de los votos emitidos. De ese resultado el señor Mulino obtuvo el 34.5 por ciento de los votos. Si a ese 34.5 % le restamos el 23% de los electores que no votaron; resulta  que solo votaron por el señor Mulino, el 11.5% de la población panameña habilitada y facultada para votar.

Otro hecho que hay que tener muy presente es que muchos votantes no votaron, en realidad por el señor Mulino como tal, sino por ser el  ungido de Ricardo Martilelli, dicho en lenguaje de juego de villar, fue por carambola que llegó al solio presidencial.

A punto de cumplirse un año de su mandato, es obvio y evidente, que ha sido una de los peores gobiernos, si no la peor escogencia del electorado panameño, lo de su carácter arrogante y prepotente ya era bien conocido, cuando formó parte del gobierno de Ricardo Martinelli, además conocido por los entuertos de los radares, los hechos criminales en Bocas del Toro y por la renuncia irrevocable, que después la revoco y siguió en el cargo.

Entre los hechos más sobresalientes de su mandato, figuran los siguientes: decir que Panamá ha tenido unas relaciones privilegiadas con Estados Unidos, que él no necesita compañeros de camino para manejar las relaciones con Estados Unidos, haber firmado el memorándum de entendimiento con EE:UU, a espaldas del pueblo panameño, decir públicamente que él ordeno reabrir la mina, Cobre Panamá, y utilizar todos los mecanismos, para que la Asamblea de Diputados aprobara la nefasta Ley 462, de la Caja de Seguro Social. Otro error suyo, llamar a los sindicalistas y estudiantes terroristas. Existe el terrorismo de Estado, es cuando se quiere acallar al pueblo por medios violentos. Tengo miedo que me acusen de terrorista, por pensar como pienso y escribo.

Agotado el 20 por ciento del tiempo de su mandato, queda claro, que no presentar plan de gobierno, ni asistir a ningún debate, no era una estrategia electoral. A la fecha el país sigue a la deriva, sin ningún plan serio para resolver, o al menor palear los graves problemas que afectan al 80 por ciento de la población panameña. Como son el desempleo, la inseguridad, deterioro de la salud, abandono del sector agrícola, entre otros.

La responsabilidad de que el país este patas para arriba, no la tiene el pueblo, no la tienen los gremios de trabajadores (sindicatos), ni los indígenas, los desempleados, ni los maestros, ni los estudiantes. La tiene el gobierno y la oligarquía, a la cual usted sirve gustosamente, ”este es un gobierno de empresarios” y se entiende que cuando usted habla de empresarios, se refiere a los grandes empresarios, a los oligarcas, no a los medianos ni pequeños empresarios, que sufren como el resto del pueblo.

No hay dudas que este es un gobierno sui generis, un Ejecutivo sin vicepresidente, un gabinete sin un solo representante del pueblo, la corrupción sigue rampante y campante en el gobierno. Un gobierno que desprecia abiertamente a la clase trabajadora, sin sentido de patria, sin sentido de solidaridad, sin políticas de Estado, con una justicia selectiva y a ultranza, visible el hecho a todas luces. Sin valores cívicos, ni éticos ni morales. Lo de la separación de los tres poderes, es un mito. Existe un contubernio entre los tres poderes, por eso es que aquí pasa de todo y no pasa nada.

Señor presidente; la violencia institucional, ejercida por el Estado, aquí ni en ninguna parte del mundo ha resuelto ni va a resolver los problemas sociales, al contrario  los profundiza. La arrogancia y la prepotencia son muy malas consejeras.

El autor es profesor de Historia, Geografía y Sociólogo

 

 

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