El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político.
Hay que evitar a como dé lugar que, los estamentos de seguridad, sobre todo el policial, evolucionen hacia constituirse en un factor de poder beligerante y decisorio en la vida nacional.Venimos de experiencias, antes de 1968, donde la crisis en el seno de los clanes de la oligarquía, convirtieron a la entonces guardia nacional, en un sujeto deliberativo de contradicciones. La solución a estas contradicciones, no siempre son democráticas y progresistas.
No olvidemos que, una primera etapa del golpe de 1968, la hegemonía la tuvieron oficiales de derecha y anticomunistas. Ello abrió fracturas al interior que felizmente favoreció a oficiales progresista y entre ellos al teniente coronel Torrijos.
Esa primera etapa fue represiva contra el movimiento popular y dirigentes populares y de izquierda fueron asesinados.
Sirva lo anterior para externar mis preocupaciones en torno a que le estemos dando forma a una casta dentro de la oficialidad. Y tampoco olvidar que después de la invasión, mucha intervención e influencia tuvieron los gringos en la construcción de una nueva actual policía.
El torrijismo fue borrado de la institución. En Latinoamérica la mayoría de los golpes de estado, han sido auspiciado por USA usando a altos mandos colaboradores o a sueldo.
Hoy todavía me pregunto, ¿por qué el señor presidente fue permisivo y tolerante con los jefes policiales, cuando aparecieron en una conferencia, criticando una decisión de otro órgano del estado? Queda sentado un precedente que ojalá no tengamos que lamentar.
Cierto lo de una democracia y un estado de derecho, venido a menos, pero nada de asalto cuartelario a las instituciones.
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