No hay manera de no creer en el papel que juega la oposición desafiante, como tampoco dejar de avalarla positivamente, siempre que se pueda que es casi siempre.
Por Pedro Rivera
Creo que el “síndrome de oposición desafiante” en la sociedad humana, no importa el signo ideológico de los gobiernos, o entorno psicosociocultural prevalente, es útil y necesario porque garantiza lo que, en la civilización greco-romana judeo-cristiana, se conoce como libertad de expresión, democracia y humanismo, verdaderas entelequias. ¡Imagínese si no la hubiera!
Sin embargo, sería mucho más eficaz y estratégico que politólogos, o cientistas sociales, o periodistas, más que inculpar a personajes transitorios, que su mayor preocupación fuese, sin soltar el manduco, identificar las causas, ¡las causas reales!, de todos los males, de lo incorrecto, indigno, vendido, corrupto, a partir de los valores, no de los convencionales, sino de aquellos universalmente acepados, que son pocos, como no matar, robar, discriminar, explotar a sus semejantes, irrespetar la libertad de pensamiento y el derecho de los pueblos a decidir el rumbo de su destino, cuyo propósito final sea elevar la condición humana, satisfacer la demanda de felicidad colectiva, abolir las desigualdades sociales y crear un mundo más justo.
Generalmente la causa real de todos los males no está en los protagonistas transitorios de los espacios de poder político. En realidad, si no víctimas, son instrumentos de los poderes establecidos, educados para la sostenibilidad del estatus quo, hijos del establishment, actúan dentro de la camisa de fuerza del sistema, encadenados a poderes fácticos so pena de pagarla, incluso con sus vidas, si osan desafiarlo.
Criticarlos, descalificarlos, denunciar sus incongruencias, vicios, desaciertos y “mala fe” —dentro de las reglas del sistema— es un deber de la crítica psico sociocultural, incluso porque está enraizada en la genética. El sistema obliga.
No hay manera de no creer en el papel que juega la oposición desafiante, como tampoco dejar de avalarla positivamente, siempre que se pueda que es casi siempre.
Pero, creo que mucho más realista, más estratégico, aunque sea para propia entendedera, es quitar la manta febril del colchón sintomático, mirar debajo de la cama, examinar las causas reales, no solo las efímeras, sobre las cuales descansan las acciones humanas, y evitar, de esa manera, quedar atrapado en el entretenimiento mediático que el sistema canaliza a su favor para que todo siga igual.
Como algo aparte y cómo si una cosa no tuviera nada que ver con la otra, me pregunto qué político tiene mayor simpatía en este momento. PRO