El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M. Abogado Y Cientista Político.
Cierto, los diálogos son escenarios ideales para abordar problemas y producir soluciones. Sin embargo, hay diálogos para que sean productivo, se requiere voluntad soberana, política para que el mismo llegue a feliz término.
En la mesa del diálogo en Penonomé, sobre ella gravita el poder de poderosos económicos, que no están en un plan de ceder frente a las reivindicaciones del pueblo panameño y de las organizaciones populares. El gobierno llega a ese diálogo con una situación de legitimidad social extremadamente perdida. Peor, rehén de poderosos sectores económicos que han anulado su capacidad para asumir políticas en dirección a democratizar la economía y sus resultados.
Terror a los oligopolios, especuladores y carcamanes del capital comercial y financiero. Los dialogantes del gobierno, actúan más, como interlocutores de estos sectores y no de los panameños. Creo que, ni ellos mismos entienden o comprenden este papel que están jugando en la mesa. Se necesita un nivel de conciencia y conocimiento para que comprendan que sus alegatos en la mesa del diálogo, sirve a esa hegemonía.
Lo que preocupa de ese diálogo es que, entre en una etapa de diletantismo y de acuerdos, para salir del paso, pero que, en lo concreto, no haya voluntad para ejecutarlos.
Desde mi perspectiva, ese diálogo surca una línea frágil. Observo una estrategia clara del gobierno, provocar un ambiente, para que los que están en la mesa, se levanten y caput al diálogo. Eso por ahora no debe ocurrir.
En nuestro país y todos lados, la lucha para mejorar las condiciones de existencia, es legítima. Este es el capital social, que tienen los representantes de los sectores populares en ese diálogo. Ahora bien, hay temas que ineludiblemente demandan en ese diálogo la participación de otros actores sociales. Como son los de transparencia y corrupción y el tema de la seguridad social.
A propósito, un tema de fondo que debió estar en la mesa del diálogo, la cuestión tributaria en el sentido de dotarla de un carácter progresivo, de tal suerte, de mejorar la recaudación en dirección al servicio de una real estrategia de desarrollo nacional.
Reitero, algunas soluciones pasan por la voluntad política de los que ejercen el poder político. Es el ingrediente que falta en esa mesa del diálogo.
Todo indica que, a corto y mediano plazo, los cantos de rebeldía popular estarán a la orden del día. El ambiente hoy, es de acumulación del factor subjetivo, en el sentido de que existe una mayor capacidad de disponibilidad del actuar y protagonismo social.
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