Por: Pedro Rivera
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer , no con bombos y platillos, como hacen los caribeños, sino con trompetas, guitarras y guitarrones, muy a la mexicana, que construirá una vía ferroviaria interoceánica con el fin, por supuesto, de unir por tierra los océanos Atlántico y Pacífico.
No tuvo empacho en asegurar claramente, con su habitual estilo de no mato una mosca, que su propósito es acabar con el monopolio transitista de Panamá. Palabras textuales.
Para alcanzar este objetivo estratégico enumeró las ventajas geopolíticas y económicas de su proyecto. Expresó, no con estas palabras, por supuesto, que si bien México, por estar mucho más alejado de Dios está, para su bien, más cerca de Estados Unidos.
Semejante calamidad de ayer —estar pegado por las fronteras a Estados Unidos—ahora podría ser su bienaventuranza. Los caminos del Señor son inescrutables. Como quien dice “no hay mal que por bien no venga.
Pero no sólo Estados Unidos, también los Estados de más alto desarrollo industrial, cultural y de alto poder adquisitivo del mundo, si no todos, están ubicados en el hemisferio norte [Europa, norte de Asia, Medio Oriente, África], a tiro de escopeta de México desde el punto de vista de los negocios.
De las palabras del presidente López Obrador se infiere que los mexicanos tienen muy claro que las nuevas tecnologías, y las que ya se anuncian, convertirán en chicha de piña sus actuales desventajas respecto a Panamá.
También favorecerá México el encarecimiento de los combustibles, irreversible, in crescendo. También los cambios climáticos, y la devastación de la biosfera. Y, ¡no sean ciegos, carajo!, el agotamiento de las fuentes hídricas, en acelerado proceso, será devastador para el Canal de Panamá y también causa posible de nuevas intervenciones militares en la región en un no lejano futuro.
Por si no lo saben, Colombia anda en lo mismo, a ver quién pica por delante y pega primero.
Los especialistas panameños y extranjeros coaligados, ni por el diablo son científicos ni humanistas, ni tampoco patriotas, ni visionarios. Muertos de la risa, eufóricos, también tienen sus argumentos. Sostienen que ningún país del mundo tiene las condiciones geoestratégicas como Panamá para competir en materia de conectividad: canal, carreteras, puertos, aeropuertos, y, lo más importante: buco agua. Sí, hasta ahora.
Ciegos del carajo, no se percatan de que el agua, que es lo más precioso que tiene la humanidad, y Panamá en particular, muy pronto escaseará y que no será nada difícil, ni para México ni para Colombia quedarse con el mandado y robarle los huevos al águila.
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