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Canada y Panamá, en un duelo para ratificar aspiraciones.|

La selección canadiense busca regresar al puesto de privilegio del que fue desplazado el domingo por la escuadra canalera; Panamá pretende que esta parada sea una estación que consolide su nivel competitivo.

Confiados en un triunfo y promocionando el partido como el reencuentro con su ferviente afición, a la que denomina el “Mar de rojo” (“Sea of red”), después de dos empates consecutivos como visitante (México y Jamaica), la Selección de Canadá recibe hoy en Toronto a Panamá en el BMO Field.

El choque cerrará las cuentas de la segunda ventana en las eliminatorias de la Concacaf para la escuadra de la “hoja de maple”. También lo hará para el conjunto canalero con las expectativas puestas en exhibir su mejor versión, la que se apreció ante Costa Rica, Jamaica, México, y sobre todo contra Estados Unidos, porque desde la exposición de un buen juego colectivo e individual, puede emparejar las diferencias que le conceden ventajas a la selección canadiense, una de ellas es la localía.

La enorme alegría que propició la victoria panameña 1-0 sobre los estadounidenses en la noche radiante del pasado domingo en el Rommel Fernández, con un campo de juego en buenas condiciones, pareció dejar atrás la otra noche, la fangosa y gris del estadio Cuscatlán que por el mismo marcador 1-0, pero en contra, el último jueves amargaron la primera jornada. Los tres días que separaron a uno del otro partido, activaron la capacidad psicológica y deportiva de la Selección para superarse retomando un rumbo que amenazaba con extraviarse.

El poderío del conjunto estadounidense que llegaba con un invicto de 13 juegos en todas las competiciones y ostentando los títulos de campeón de la Copa de Naciones, la Copa Oro, líder de la tabla de posiciones de las eliminatorias de la Concacaf y, sumado al historial canalero negativo ante ellos, auguraban un encuentro de extremas dificultades en el que un empate podría ser visto como un resultado no despreciable.

Pero el acertado análisis de la derrota frente a El Salvador y la buena lectura de todo el partido ante Estados Unidos que hizo el cuerpo técnico panameño, dirigido por Thomas Christiansen, enredaron y confundieron a su par estadounidense que no tuvo ni antes ni durante el encuentro la claridad y la justa valoración de Panamá como contendiente.

A Gregg Berhalter, el entrenador estadounidense, no le quedó otra que reconocer solapadamente, en la conferencia de prensa pospartido, que había trastabillado desde la escogencia de jugadores hasta el planteo táctico.

Mantener la forma

Uno de los retos con mayor dificultad para las selecciones en el complicado calendario eliminatorio para Catar 2022 de tres partidos ajustados en 7 días, ha sido mantener un ritmo competitivo sin altibajos que no provoque un desbalance de juego tan notorio que incida negativamente entre uno y otro partido, en el resultado final.

Un desbalance en el que se está propenso a caer por el desgaste físico, la mala lectura que se haga del rival y la respuesta desafinada de los jugadores a las condiciones cambiantes en cada escenario, entre otros condicionantes.

De allí salta la incógnita al preguntarse, ¿cuál Panamá veremos hoy? Un cuestionamiento que seguramente vale por igual para otras selecciones que están participando en el octogonal. El antes y el partido Panamá vs. Estados Unidos en sí se ofrecen como un parámetro que puede servir para visualizar lo que está sucediendo.

Dos partidos, dos rendimientos extremos

Panamá visitó a El Salvador concibiendo un partido bien estudiado y planificado, pero que fue mal ejecutado porque no supo entender que las inesperadas condiciones del campo, tras la copiosa lluvia y su mal drenaje, favorecían el estilo más directo del equipo salvadoreño, ameritando un cambio radical inmediato en la puesta en escena del equipo.

Se imponía desde el inicio un fútbol de pases largos y otros ejecutantes porque el concepto de posesión, toque y transición con el que quería argumentar Panamá su estilo de juego, encallaba en los charcos del terreno o se estrellaba con el practicismo físico de los salvadoreños.

Cuando se modificó y encajó en el segundo tiempo acercándose al arco rival, el individualismo a veces, en otras ocasiones la cabeza caliente ante la ansiedad por el tiempo que transcurría como en un reloj de arena, le impidieron acertar y facilitaron el partido al rival.

Fue una lección que afortunadamente tuvo un marcador corto porque se presentó para un resultado en contra más amplio. A Christiansen, la evaluación luego le sirvió para visualizar mejor el partido contra Estados Unidos y con un campo en mejores condiciones ratificarse en su estilo, apostando por dos jugadores que habían manifestado destellos para ofrecerse como variantes interesantes y profundizarlo: Cristian Martínez y Freddy Góndola. Un gran acierto del técnico porque facilitó que se crearan oportunidades de las que, precisamente, se careció ante El Salvador. Pero ya sabe igualmente que con el campo en malas condiciones y con fango tendrá que optar por un plan de juego diferente para evitar dar ventajas al rival.

En la contraparte, Estados Unidos venía de derrotar sin complicaciones a Jamaica 2-0, en un encuentro en el que el portero caribeño Andre Blake fue figura al evitar una goleada debido a las numerosas ocasiones que tuvieron los jugadores estadounidenses. La victoria les infló el pecho, pues pasaron a comandar la clasificación.

Gregg Berhalter preparó el encuentro ante Panamá y todo indica que, durante su análisis, el partido que le “llenó el ojo” de los panameños fue el deficiente que realizó ante El Salvador. Decidió introducir entonces de entrada 7 cambios en la plantilla que debía abrir en relación al equipo plantado ante Jamaica, dándole en el fondo prioridad al partido de hoy frente a Costa Rica, menospreciando a Panamá, y le fue mal.

El fútbol, que a veces suele ser caprichoso, le da por castigar ciertos excesos puntuales de los entrenadores cuando quieren pulverizar alguna de sus clásicas premisas forjadas en el tiempo, como la que dice: alineación de equipo que gana, no se toca. El entrenador estadounidense sabe ya con el 1-0 que no es una mentira.

Berhalter creyó que refrescando radicalmente el equipo, sin que estos vinieran jugando juntos, le bastaba para superar a la “maltrecha” Panamá. Estados Unidos fue un equipo inferior e inofensivo que tropezó con una excelsa Selección de Panamá que realizó el mejor y más mediático partido del ciclo de Thomas Christiansen.

El periodista Steve Goff enviado por The Washington Post a cubrir el partido, escribió el lunes en el diario estadounidense: “Gregg Berhalter apostó y perdió. Pensó que podía cambiar la mayor parte de la alineación de la selección que había brillado tres días antes y aún salir del estadio Rommel Fernández con al menos un punto el domingo. Creía que la calidad era lo suficientemente profunda, la química lo suficientemente fuerte y el hambre lo suficientemente insaciable como para que el equipo se mantuviera en el camino recto hacia un puesto en la Copa del Mundo de 2022.

Nada funcionó, y cuando los estadounidenses partieron de esta vaporosa capital, la madrugada del lunes, cargados con una derrota que parecía peor que la línea de puntuación 1-0, enfrentaron crecientes preguntas y presión antes del choque del miércoles contra Costa Rica en Columbus, Ohio”.

Canadá no escapa tampoco a este comportamiento, con dos partidos con rendimientos extremos muy dispares en ellos. Abrió esta ventana eliminatoria empatando 1-1 con México en el estadio Azteca aplaudido por la prensa mexicana que consideró su actuación como superior a la de su propia selección.

Apareció en Jamaica como clara favorita sobre una selección local que marcha última y pareciera encaminada a despedirse pronto de sus aspiraciones por llegar al Mundial, sin embargo, obtuvo un trabajoso empate 0-0 en un reñido encuentro que amenazó incluso por momentos dejarles con las manos vacías.

Después del resultado alcanzado ante Estados Unidos, quedó en evidencia el alto nivel que puede alcanzar la Selección de Panamá y quedó también la expectativa entre la afición de si puede tener una regularidad en su rendimiento, ofreciendo también ante Canadá una versión igual, cercana o digna a la presentada ante los estadounidenses.

La opción de llegar a Catar 2022 seguirá abierta para el conjunto canalero independientemente del resultado que se obtenga hoy, pero se fortalecerá si como visitante logra el reconocimiento que lleva, en esta fase eliminatoria, fungiendo ante el anfitrión como un difícil y decidido rival.

Más aún porque Canadá es un rival directo por los puestos clasificatorios y el 30 de marzo de 2022 se volverán a enfrentar en la fecha final de la eliminatoria cuando el Rommel Fernández, como en las eliminatorias anteriores (2014 y 2018), podría dar un veredicto final para ambos.

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