
Victoriano Rodríguez Santos
De permitir el rumbo actual de insultos e irrespeto por miembros del Ejecutivo, en poco tiempo podemos quedar en la inmundicia, en la desesperanza, excepto los emperadores, los malos empresarios, quedaremos peor que esclavos.
Algunos paisanos «gana’o bravo», de la tierra del “meeeeeto”, se preguntan: ¿De dónde y desde cuando Mulino es empresario, de sangre azul, policía y ahora minero?
Su determinación y frente a defender, no es a quienes supuestamente votaron por él, salvo que esté seguro que fueron tan pocos que no marcaban las estadísticas, por lo cual nada le debe a la gente pobre.
Con su corriente de utilizar a la policía como carne de cañón, contra quienes conviven con ellos en las comunidades, esa población que protesta, incluyendo los educadores, pareciera una equívoca estrategia. No necesariamente del mejor cuero sale la mejor correa.
El honor y la dignidad, no están dimensionados en el poder, en las ofensas ni en el tamaño de la fuerza, mas bien en la acción y el amor por su tierra, su Patria y Dios, el Padre Celestial. No olvidemos la razón de nuestra existencia. No coarte, señor Mulino, la libertad de movimiento ni de expresión.
Lo sucedido en Colón el 5 de noviembre, donde se incita a la policía (que es parte de la población panameña), contra educadores cuya única herramienta era la Bandera Nacional y su honor, frente a quienes quizás no la tuvieran.
El pueblo panameño es pasivo por naturaleza y eso es bueno. La gobernadora de Panamá, semanas atrás expresó (palabras más, palabras menos), que no podían ir al intercambio de armas a Colón, porque los tenedores, exigían se le pagara al precio que ellos indicaban. Que la misma policía no se atrevía o no le permitían el ingreso, porque era peligroso, pero son buenos cuando agreden a educadores.
Una cosa es hablar de la bruja y otra es verla de cerca. El presidente Mulino sabe que es repudiado por un muy alto porcentaje de panameños, incluso empleados públicos y cuidado con personas muy cercanas o de su séquito.
Las redes enuncian y muestran diferentes actos donde la población no le respeta, por lo que tiene que caminar con todos los escoltas posible, que diferencia al respeto y jerarquía demostrado, incluso hasta hoy, a Omar Torrijos Herrera. Aquí nadie se rinde ¡CARAJO! Soy el hijo de Juana. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, máster en Recursos Humanos.
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El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.