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Análisis de la situación política

Por: Gonzalo Delgado Quintero

Arribó diciembre, viene el nuevo año y la pandemia sin duda alguna, sigue imponiendo el rumbo mundial. En medio de esta situación la sociedad global trata de reacomodarse. Sin embargo, la pérdida económica y de millones de personas, profundizó contradicciones que aún se mantienen en una especie de impasse. Esta crisis está imponiendo cambios radicales y de hecho  ha venido acelerando el resquebrajamiento de las estructuras de los modelos del sistema neoliberal imperante a nivel planetario.

Aunado, en nuestro país marca mucho también, lo que ha venido sucediendo desde 1989, año de la invasión estadounidense contra Panamá.  La imposición del modelo económico neoliberal  que impuso firmar acuerdos, convenios y/o tratados, incluyendo los de orden comercial y que para los efectos, también se debió imponer una estructura normativa que le diera fundamento legal a lo interno del país y por igual, a los protocolos multilaterales de los compromisos adquiridos con otros países y bloques regionales. Simplemente asentaban el neoliberalismo.

En Panamá y otros países fue el principio de un sinnúmero de privatizaciones y de la circunstancia de tener que reprimir la participación del Estado de su anterior posibilidad y capacidad  productiva, para que jugara un papel mediador y en ocasiones, de convidado de piedra.

Pero al margen de las decisiones e imposiciones neoliberales, fueron surgiendo las decisiones de los pueblos que siguen tomando sus propios caminos. En esta nueva circunstancia buscan y se  están moviendo bajo sus propias determinaciones. Y es que este sistema y quienes lo regentan destruyeron importantes instituciones sociales, lo que ha imposibilitado por ejemplo, que hoy tan solo en materia de salud, no se pudiera atender a cabalidad, la nefasta situación de la crisis sanitaria producida por  la pandemia.  En medio de este emplazamiento, al principio se produjo una especie de “sálvese quien pueda”.

En este tétrico escenario mundial y aunque es tomado como ejemplo de eficiencia y eficacia en materia de atención de la pandemia, Panamá en el tema económico, no obstante, por sus características sobre todo de servicios, no está exento de esas obligaciones contractuales y de las presiones de estos poderosos financistas internacionales que imponen, muy a pesar de su demostrado fracaso, sus aberrados criterios economicistas al margen de las necesidades de nuestro pueblo, que quizás ahora, ya no seguirá muriendo tanto por razones de la Covid 19, sino por otras razones y que en esta circunstancia, en paralelo al crítico momento sanitario que vivimos, ya se observan en el horizonte.

Antes de la pandemia ya nos caminábamos en medio de una situación crítica agravada a lo largo de las últimas tres décadas debido a las reiteradas imposiciones que empujaron y siguen empujando a nuestros países a la no producción de alimentos, para lo cual, están excluyendo al Estado. Panamá no está en este momento, ni siquiera preparada para auto abastecerse; desde hacen muchos años dependemos de las importaciones; además, se refleja la falta de incentivos, los insumos caros, la inseguridad productiva y el deterioro de los accesos y caminos de penetración que han reducido de manera impactante la capacidad y el interés de producir en todo el territorio nacional.

Una posible hambruna es real y en tal condición, seríamos incapaces de sobrevivir por nuestra propia cuenta; en tanto, hemos quedado dependientes de la importación de productos que antes éramos capaces de producir por nuestra cuenta. Nos han vuelto improductivos, a pesar de ser el país con más potencial económico de la región.

Nos siguen empujando a la privatización exacerbada, ahogando las capacidades de un Estado productor por un Estado que ni siquiera es capaz de supervisar. Nos siguen privatizando las instituciones bajo el criterio sorosano del salvataje y de las terapias de shock, así como lo hicieron en los años 90 en los países de Europa del Este y en casi todos los países de América Latina.

Casi no está quedando nada de las estructuras institucionales del otrora Estado benefactor. En nuestro país por ejemplo, estamos al final de diálogos que pareciese que no concluirán con las expectativas creadas al principio. Se refleja eso sí, una discusión dudosa y excluyente, sobre diversas áreas temáticas de los que no se sabe nada. También está el Pacto del Bicentenario afectado recientemente con los cambios de la Ley del Tribunal Electoral. Más incertidumbre que abona la falta de credibilidad del pueblo en las instituciones, en la gestión del Estado y en los políticos.

Y entre tantas incertidumbres, sobresale una situación delicada. Ahora los panameños nos estamos enterando de la presencia de militares norteamericanos participando en las actividades del Canal de Panamá, convertidos en custodios de las aguas de esta vía en momentos en que han tocado retirada en Medio Oriente después de tres décadas de conflictos y resulta que de repente toda esa soldadesca la tenemos regada a lo  largo y ancho del territorio nacional incluyendo el Canal, sin explicación de ninguna naturaleza y en total violación de los Tratados Torrijos – Carter.

A pocos día de conmemorarse el 20 de Diciembre, se levanta voces de protestas, dejando en evidencia su más enérgico rechazo contra lo que viene sucediendo en el ámbito económico, social, político, diplomático y sobre todo, a la intromisión de Estados Unidos en nuestros asuntos nacionales y de rechazo a la presencia de los militares estadounidense en el Canal de Panamá.

Es por ello que a 32 años de la cruenta invasión estadounidense a Panamá, ceder un centímetro sobre cualquier conquista lograda, en este caso en lo atinente a sentir conculcada nuestra soberanía nuevamente  en la franja canalera con la presencia de soldados norteamericanos, es abrir heridas que ni siquiera han cicatrizado y que fueron infringidas en esa funesta intervención militar de 1989.

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