Julio Yao
En Holanda, Países Bajos, conocí a una distinguida dama originaria de Kuala Lumpur, capital de Malasia. Era como un perfume exótico con aromas de China, Indonesia, Vietnam, Japón, Tailandia, Filipinas y Sri Lanka (Ceilán). Ante tan rara aparición, solo es posible la poesía. Por eso, le dediqué este soneto, gracias al Director de El Periódico, Dídimo Escobar, quien nos ha brindado su espacio para no permitirnos olvidar la poesía en medio del ajetreo diario.
A UNA PANTERA DE MALASIA
Por Julio Yao
China de sangre y ojos japoneses,
talle de lirio y aire cadencioso.
Su cutis, de un durazno delicioso,
cuajado de ciruelas cingaleses.
Su mirada, dos lotos tailandeses.
Su cabello, un río caudaloso,
negro, suave, ondeante y oloroso,
y sus senos, ¡volcanes javaneses!
No pensaba encontrarme una tigresa
en solemnes jardines de La Haya
ni en tranquilos canales de Amsterdam,
y aquí estoy en tus garras, ¡fácil presa!,
seductora serpiente indomalaya,
¡exótica pantera del Islam!
(La Haya, 1971)