El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
tenemos décadas en estos cuentos para vender y airear de que, con lo mismo de siempre, nuevos paradigmas pueden emerger. Eso está lejos de la realidad.
Por: Ramiro Guerra.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
El poder político, igual lo que denomino una institucionalidad que enfrenta un grave problema de desgaste, cada vez que se nombrarán nuevos magistrados a la Corte Suprema de Justicia nos entretienen con lo que podrá deparar a la justicia con esta escogencia de magistrados.
Llevamos décadas perdidas en este modelo de debate que no presagia nuevos paradigmas en la justicia; siempre la misma cosa.
Pensar que un solo individuo, como magistrado, hará la diferencia es pecar de iluso.
Romper viejos paradigmas que anclan la justicia en nuestro país requiere de cambios institucionales profundos, que pasan por desandar formas y métodos que tienen base constitucional.
Nada positivo puede salir de factores de poder, pasando por el ejecutivo y la asamblea nacional que enfrentan una legitimidad agotada y grave desgaste, cuando corresponde a ellos, escoger y ratificar a los hombres y mujeres que habrán de conformar la estructura de poder por los lados del órgano judicial que cumple la función judicial del Estado.
En algunos artículos sobre derecho constitucional, he señalado que, la corrupción ha contaminado casi todos los órdenes de valoración ética de la conducta humana, en ese hacer mediador de manejar y administrar resortes del poder. Pero vamos más lejos, hasta la propia constitución nacional, ha echado raíces en el texto y contexto de las normas supremas. Si no fuera así, el tema de las reformas constitucionales no sería debate y desafío en la sociedad.
Nada serio y nuevo augura la designación de nuevos individuos como magistrados. Como lo señalo, tenemos décadas en estos cuentos para vender y airear de que, con lo mismo de siempre, nuevos paradigmas pueden emerger. Eso está lejos de la realidad.
Lo anterior es más grave y profundo; retrotraer lo mismo de siempre, es agotador y sumerge aún más en una especie de justicia que sangra por sus poros, incapaz de empinarse para poner orden en la manera de relacionarse de todos estos factores de poder. Con razón se dice que la crisis de la justicia, es reflejo del fenómeno de una sociedad que da cuenta de toda una institucionalidad, pervertida y por ello contaminante.
Lo del desafío de variar hacia paradigmas que hagan la diferencia, es y seguirá siendo un desafío político y no jurídico.
El pregón de que siempre vienen con la misma cosa, refleja lo que somos y hacemos.
En este tema de la justicia, nada nuevo se depara en lo inmediato.
Lo terrible de esta realidad, factores de poder, juegan a mantener el status quo; su gran negocio, dejar las cosas como están y punto. Lo demás en pura demagogia.
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