Por: Ela Urriola
El próximo año se cumplirán trescientos años del nacimiento de Inmanuel Kant, una de las grandes luces del pensamiento universal, un faro para la Ética, la convivencia y la vida cotidiana. «Actúa de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal»; «La ley moral es en realidad una realidad una ley de causalidad mediante libertad»; «La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los deberes…»; «La moral no es propiamente la doctrina de cómo hacernos felices , sino de cómo debemos hacernos dignos de la felicidad»; «Es digno alguien de poseer una cosa o estado si el hecho de que esté en esa posesión coincide con el bien supremo» son algunas de las premisas que contiene la Crítica de la razón práctica (1785). Y allí es donde la Ética de Kant apunta a nuestros gobernantes, a la lista de quienes desde el poder usurparon el patrimonio y pactaron por sus propios intereses olvidándose del pueblo al que representan, en lo que debería ser una democracia. Allí es donde los paraguas y las banderas dan una lección de dignidad.
Es posible que los diputados que votaron a favor del espúreo contrato minero no hayan leído ni lean jamás a Kant; es predecible que los que faltaron a su deber con el voto o los que se abstuvieron, tampoco lo vayan a leer, lo cierto es que el pueblo que hoy empuña un paraguas, banderas, pancartas exigiendo protección a sus recursos y la soberanía, ya derramó una vez la sangre, sin temor. La dignidad consiste en reconocernos como seres humanos, en reconocer la dimensión ética de nuestros actos y en ser responsables por el efecto de nuestras acciones. Si nuestras autoridades no conocen la historia de Panamá ni conocen a Kant, solo tienen que abrir los ojos y escuchar al país para tener una lección de dignidad.
Escritora, profesora y Presidenta de la Red de Mujeres Filósofas de Panamá
Panamá, 25 de octubre de 2023.
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