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Rusia Al Defender Su Estado Protege Al Mundo


Juan Carlos Mas C.

La historia es como la lectura de las páginas de un libro; a un acontecimiento le sigue otro y así progresiva y sucesivamente, lo cual no impide que en la revisión de lo acontecido contemporáneamente se nos cuelen lecturas que corresponden a un periodo pasado; así la dinámica hegemónica mundial actual corresponde a una modalidad imperialista transnacional en la cual los poderes hegemónicos clásicos expresan el interés y el poder de sus transnacionales.

El colonialismo, santificado y normado por la Conferencia de Berlín de 1884, fue una forma de expresión de los intereses de un estado colonizador que encarnaba los intereses de sus corporaciones transnacionales. En realidad, aquella conferencia argumentaba su convocatoria en la necesidad de impedir el choque de interés de las grandes potencias en el oeste africano, pero sus conclusiones se aplicaban al reto del mundo. Exceptuamos de esta generalización al reparto o asignación de controles sobre el hemisferio americano que fue el rol reclamado por los Estados Unidos en la Primera Conferencia Panamericana, realizada en Washington, en la cual los Estados Unidos lograron idear un sistema de vasallaje sin necesidad de establecer colonias directas.

Posteriormente los intereses coloniales de las grandes corporaciones, expresadas en la política exterior de sus estados nacionales han pasado a tener un peso tal que suelen expresarse por encima de la vocería de sus propios estados, ya sean ya sean corporaciones armamentistas, farmacéuticas o mediáticas.

En el campo político económico la oposición a esos intereses corporativos la expresan los pueblos dentro del ámbito de sus propios estados. Como consecuencia deductiva, pero no lineal, el mundo ahora sabe que lucha contra las transnacionales para impedir que disuelvan las particularidades nacionales y soberanas de un país.

En ese ámbito deductivo nos percatamos que los ideales internacionalistas expresados por el proletariado organizado desde el siglo XIX, que reclamaba una unidad de los trabajadores rechazando las banderías nacionalistas, mantienen una vigencia relativizada por la necesidad de impedir que el imperialismo transnacionalizado borre las identidades nacionales que resisten a la expansión del capital monopolista transnacional.

Por lo anterior el carácter progresista y actualizado de una dirección estatal de un país importante en la escena internacional como son cualquiera de los agrupados en el BRICS, o cualquier otro que se agite cercano a ese campo, son testimonios de como la defensa del orden territorial y estatal, que los pueblos han logrado construir en su historia, es todavía una importante trinchera de la lucha antimperialista mundial, con perdón de la imagen objetivo construida por la I y II Internacional.

En ese sentido la caracterización que hacen algunas respetadas personas en su carácter de entrevistadores  y expositores  en los medios,  señalando que el gobierno de Putin no es progresista sino conservador (lo que equivale a decir de derechas) vela sin querer o deliberadamente ignora que la defensa contra las acometidas del imperialismo estadounidense , controlado desde la anglo-esfera e instrumentado por la  Europa cipaya, tiene esa defensa un carácter progresista aunque no haya terminado de cumplir el mundo la misión de cambio del sistema social hacia el socialismo que nos parecía inminente.

Rusia en su inmensa extensión fue en el fondo una presa codiciada por las apetencias territoriales que el neocolonialismo surgente en los inicios del siglo XX, con Estados Unidos a la cabeza siempre quiso engullir. No se trata del deseo único de aplastar a la revolución socialista de octubre. No nos llamemos a engaño; con socialismo o sin él, Occidente siempre especuló con la división del inmenso pastel territorial ruso, con o sin régimen socialista.

En consecuencia, la sola existencia del Estado ruso tiene una connotación progresista. Si existe o no iniciativa privada, la sola existencia de un poderoso Estado regulador que, igual que en China, constituye un parteaguas para todo trabajo de análisis que pretenda clasificar la realidad mundial.

En la particularidad, de la sobrevivencia y ulterior desarrollo del Estado ruso remanente de la debacle de la URSS, debe asignarse un papel importante al ejército ruso que es en realidad la columna vertebral del orgullo nacional de la patria rusa y heredero de las victorias contra Napoleón y Hitler. El Ejército Rojo, que aun lleva ese nombre, diagnosticó el peligro inminente de disolución de Rusia en manos de Gorbachov, Yeltsin y la intromisión abusiva de Clinton y una horda de interventores espías yanquis que penetraron todas las dependencias del Estado y aun del mismo ejército. Puede decirse que el diagnóstico fue atinado y la cirugía de urgencia exitosa. Parodiando al son cubano de Carlos Puebla “llegó Putin y mandó a parar”. ¿Por qué entonces esa maroma ideológica de acusar a los estadistas rusos de la actualidad de conservadores, es decir derechistas? Simplemente una “gaffe”. Abandonamos el papel y el teclado confiados en que no se repetirá.

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calif

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