
Victoriano Rodríguez Santos
-Hace cuatro años, el 12 de 2021, publiqué en El Siglo, bajo el mismo título, una historia que justo la semana pasada se repite, pero ahora con un nonagenario, y me llena de asombro que algunas mentes prodigiosas guarden gratos recuerdos de un pasado que ya pasó, pero que ellos tienen pendientes, como si fuera ayer. Son mentes prodigiosas llenas de conocimiento, sabiduría y agradecimiento a Dios, a la vida y a sus semejantes. –Decía, en aquel artículo que: “En el hospital, mientras esperaba ser atendido, una bella dama se acercó. Obviamente le ofrecí mi puesto. Establecimos conversación sobre temas nacionales.
No entendí. Existiendo otros asientos desocupados se acercó a mí. No di importancia. Entré en coloquio. Interesante y amena conversación.
Mi sorpresa: la octogenaria me llama por mi nombre. Fue un inmenso placer haberte visto, sano, vigoroso, activo y alegre Victoriano.
Quedé perplejo. Quien sería esta bella dama, de caminar lento por la edad, con esa prodigiosa mente para recordar eventos de tantas generaciones pasadas y recordar mí nombre. En la conversación le pregunté ¿por qué me recordaba? ¿Desde cuándo me conoce?
Ella, con esa dentadura perfecta, presumo igual a la mía, postiza, manda una carcajada. Con voz alegre, fuerte y vigorosa voz me dice «gracias a ustedes soy una profesional que sirvió al país acumulando la mayor riqueza que ser humano puede atesorar.»
Abrase visto, pensé. Aún no me responde la pregunta y… Acto seguido me dice. Ustedes, bajo el mandato de Omar TORRIJOS, crearon el Colegio Oficial Nocturno de David y otros más.» -Fueron 5 en total (El Colegio Oficial Nocturno y el IPT nocturno de David, así como los Colegios oficiales nocturnos de Barú, Bugaba y Boquete). –
-Si claro, lo sé, pero… – «bueno, continúa la dama. Casi a mis 40 años me sugeriste ingresar al colegio y te expresé SOY MUY VIEJA PARA ESTUDIAR, pero insististe, me matriculaste.» – Si lo recuerdo, yo, cursaba mi cuarto año de secundaria y tenía 22 años. –
«Me gradué. -continúo expresando la dama- continúe la universidad becada y logré el sueño de gente pobre, sin posibilidades, ser una profesional.»
«Soy escritora, no tanto como tú, quien fuiste mi inspiración y horizonte». -Gracias por saludarme expresé. Su conversación me ha hecho olvidar el tiempo y recordar mi pasado. Gracias por motivarme, gracias. Honor que no merezco, comenté. –
Publico artículos hace décadas, pero no me considero escritor, he publicado dos libros de poemas, pero nada más. Los escritores están muy por encima de eso, respingué.
«Siempre humilde mi querido amigo, tu orgullo de panameño es tan grande que la Patria ha de reconocer tus luchas e interés por el bienestar social del País. Tienes más motivaciones que gotas de agua el Canal».
– No la he vuelto a ver, a aquella anciana vieja madre, pero durante la semana pasada, en la fila para retirar medicamentes, un hombre nonagenario, al escuchar mi nombre se volteó y expresó con tremenda sonrisa: ¡Dios te salve, Panamá! –
-Voltee la mirada, no le conozco amigo, disculpe, de donde me conoce. – Fui oyente de su programa Oasis de Opinión, ya no los escucho, muchas verdades juntas traen problemas con quienes mienten y venden la nación: políticos y gobernantes.
Hay miles de hombres y mujeres que quieren este País. Los corruptos son pocos, pero tienen el poder económico y político en sus manos. Si la población no se crece, se disminuye hasta pierde el pensamiento.
¡Siga escribiendo! -Como dice mi amigo-. -Gracias, cada alusión afectiva, es una palmada en la espalda. Es saber que no estamos equivocados. Ustedes, nuestros lectores, son la mejor inspiración, salvo la Divina, me despedí y no supe su nombre. – Soy el hijo de Juana. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, máster en Recursos Humanos.
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El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.