Por Ramiro Guerra Morales
Abogado y cientista político
Agosto de 2022.
Siempre seré categórico en señalar mi oposición al concepto de una educación que todo lo reduce al pragmatismo y la utilidad que se desprende de la misma, sobre todo porque reduce al individuo en sus posibilidades de crear y producir verdades, conocimientos; en otras palabras, una educación que tenga como esencia la acción práctica, obnubila la criticidad y la razón de ser de las cosas.
Observo con mucha preocupación cómo en nuestro medio intelectual y teórico, entre ellos algunos supuestamente gurús de la educación que, con el argumento de un mundo virtual, tecnológicamente endiosado, viene abanicando los criterios de un modelo de aprendizaje, de una pedagogía que considera al hombre como un ente solo para el trabajo, despojado de una cultura humanizada y creativa.
En los modelos pragmáticos de la educación, hoy muy de moda en la cultura de nuevo cuño liberal, no cabe o no tiene sentido la indagación por saber el origen y las conexiones internas de las cosas, sus relaciones con el mundo circundante, su historia; se trata de un enfoque que limita la capacidad creativa, cognoscitiva y crítica del mundo que nos rodea.
En ese contexto, consideramos como una sigilosa conspiración contra nuestro pueblo, sus estudiantes, la pretensión en curso de menospreciar la filosofía y la lógica, como herramientas en el aprendizaje que coadyuvan al proceso que algunos pedagogos han denominado como la formación crítica y de búsqueda incesante del saber de las cosas que nos rodean y que se desenvuelven de manera y naturalmente contradictoria.
En ese sentido, el proceso de una conciencia crítica pasa por indagar y de allí que un modelo que no propende a ello, deviene anti democrático. Una educación democrática se sustenta en la formación crítica, humanista y práctica, es decir, tiene que ser tridimensional y en eso consiste el aprender a aprender.
Como escribe Gantiva Silva, “Si los griegos de la Escuela Cínica, hubieran sabido que su movimiento intelectual sería distorsionado con el correr de los tiempos, por el pragmatismo, la simulación, la conveniencia, la pérdida de dignidad y autonomía, de Seguro que hubieran pensado en otro concepto que honrara el sentido de su proyecto filosófico y cultural.”
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