La violencia que vivimos, es el resultado de la ausencia de justicia. La gran cantidad de hechos violentos que continuamente nos sobrecogen, tienen que ver con la acumulación de sucesos que, se forman alrededor de injusticias.
Algunos se extrañan por lo que estamos pasando los panameños, pero olvidan la tremenda desigualdad que vivimos, el abandono de valores y principios fundamentales como la honestidad, el decoro, la dignidad y la decencia.
Hoy somos esclavos financieros de los que nos prestan dinero en una deuda pública que rebasa nuestras condiciones de pagar, pero al mismo tiempo, cada panameño, guiado por la ausencia de valores y principios morales, se ha endeudado hasta la coronilla, y todos sabemos que, “El pobre trabaja para el rico; el que pide prestado se hace esclavo del prestamista”; todo esto, nos quita el sosiego y nos somete a un estrés que alimenta la violencia que vivimos y que rompe la paz de nuestros hogares.
Nuestra libertad en todos los sentidos empieza por dejar a un lado la avaricia, contentos con lo que tenemos ahora, pues Dios nos ha prometido: «No te desampararé ni te dejaré”.
¡Así de sencilla es la cosa!
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