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Hablemos de colonialismo

Abdiel Rodríguez Reyes

Doctor en filosofía

El tema del colonialismo despertó cierto interés por la muerte de la Reina Isabel II el ocho de septiembre. Dos días antes, se recuerda también, la primera vuelta del mundo, otro hecho histórico relevante relacionado al colonialismo (hay un libro La primera vuelta al mundo de Antonio Pigafetta interesante al respecto). Panamá tiene una historia interesante relacionada al colonialismo. Hemos vivido a lo largo de nuestra historia, distintas formas de colonización. En el marco de esto, la colega y compañera Ileana Corea, de Juventudes Revolucionarias, me convidó a conversar sobre el colonialismo y sus consecuencias. Para lo cual trataré de responder a tres preguntas: ¿qué es y qué tipos?, ¿cómo surgió? y ¿cuáles fueron sus consecuencias?

Es difícil definir el concepto “colonialismo”, así que, nos aproximaremos a partir de algunas características propuestas por los estudiosos Jurgen Osterhammel y Jan C. Jansen en su obra Colonialismo. Historia, formas y efectos. Ellos plantean tres componentes: A- “el colonialismo es una relación en la que a toda una sociedad se le roba, controla externamente y trastoca su propio desarrollo, en beneficio de las necesidades e intereses principalmente económico de los amos”. B- “Es característico del colonialismo moderno la rara falta de voluntad de los nuevos amos, desde el punto de vista histórico, de tratar con deferencia cultural a las sociedades sometidas”.  Y, tercero, el colonialismo es “una interpretación especial de esa relación”. Algunos dirán, como Samir Amín, que esta interpretación especial es el “eurocentrismo”. Esa ideología es en la cual se interpreta al colonialismo como la misión universal de civilizar al mundo “bárbaro”. Como dijo Christopher Carleill “Damos a los salvajes lo que más necesitan: primero, civilidad para sus cuerpos; segundo, cristiandad para sus almas”. En otros términos: el Otro distinto es convertido en otro interiorizado.

El colonialismo es una relación entre dominados y amos. Podemos definir algunas de sus formas a partir del tipo de “colonización”, entendida como “conquista y apropiación de tierra” como elementos constitutivos. Por ejemplo: Está la “colonización fronteriza”, la que trata de ampliar el territorio, para su “uso”, en particular y no únicamente a la agricultura, la ganadería y la extracción de minerales. Esto último perjudica directamente a nuestro único medio de vida, poniendo en vilo la propia existencia de la especie humana en la Tierra. Segundo, la “colonización de asentamiento en ultramar”, implica el surgimiento de nuevas comunidades de colonos como en el caso de la colonización británica en una parte de Abya Yala y en Australia que hoy forma parte de la Mancomunidad. También a lo interno de esta forma encontramos lo ocurrido en nuestro caribe en el cual se “exterminó y aniquiló” a la población indígena y se suplantó por gentes esclavizadas.  Y, tercero, para hacer un puente con nuestra realidad inmediata, está la “conexión a partir de un punto de apoyo”, esto puede ser como el enclave colonial estadounidense que teníamos aquí en Panamá, el cual en términos generales opera en función de intereses comerciales, pero en la particularidad del Panamá contemporáneo era para fines militares. Cada uno de estos tipos de colonización implica una forma de colonialismo.

No quiero dejar pasar la oportunidad para referirme también al concepto de “colonialismo interno” de Don Pablo González Casanova, también muy enriquecedor para comprender esto del colonialismo. Este concepto ya tiene su historia relacionada a C. Wrigth Mills y Rodolfo Stavengahen, pero no nos vamos a detener en esas minucias en esta ocasión. Para González Casanova el “colonialismo interno” está ligado a la conquista, en la cual los pueblos colonizados: “Se encuentran en situación de desigualdad frente a las élites de las etnias dominantes y de las clases que las integran” y “Sus habitantes no participan en los más altos cargos políticos y militares del gobierno central, salvo en condición de “asimilados”. El tenor de la definición de este concepto está relacionada a la continuidad de las condiciones de colonialismo en los estados nacionales. También nos habló del colonialismo interno vinculado al internacional y transnacional, lo cual agrede los intereses nacionales, así como las grandes empresas transnacionales explotan todavía en pleno siglo XXI nuestros recursos.

Para tratar de responder a la pregunta cómo surgió la empresa imperial colonial, tendríamos que decir que fue producto de un error. El objetivo de los viajes de Cristóbal Colón era encontrar una ruta a Asia. Como señala nuestro erudito historiador Alfredo Castillero Calvo, “Colón persistía en la creencia de que todavía estas tierras eran parte de Asia”. Sin embargo, se encontraron con otra realidad, las riquezas de Abya Yala, Colón hablaba de una “presa de valor singular”. Según el prestigioso profesor John Elliot de la Universidad de Oxford, “los cimientos de los imperios de España y Gran Bretaña en el continente americano. La primera, formada por diez naves, zarpó de Cuba el 18 de febrero de 1519. La segunda, compuesta por sólo tres embarcaciones, salió del puerto de Londres el 29 de diciembre de 1606”. La empresa imperial colonial surgió por los intereses y ambiciones de España, e Inglaterra por no quedarse atrás en la obtención de tierra y poder. Esto lo tenían muy claro. Esta empresa imperial colonial traerá consigo grandes réditos que permitirá su desarrollo mundial afianzado en Inglaterra con la revolución Industrial. Pero sin duda, fue “La España unida creada por la unión dinástica de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 llevaba la impronta de su autoridad excepcional. Su restauración del orden en la Península tras años de guerra civil y anarquía, y el final triunfante de la Reconquista bajo su mando, había dado a los monarcas un prestigio sin igual en la época en que se inició la empresa de ultramar”, enfatiza Elliot. Fundamental para la empresa imperial colonial.

Para ir terminando, veamos las consecuencias del colonialismo. Creo que hoy estamos ante un proceso ya largo, de varios siglos, como decía Pierre Chaunu, “la historia es, ante todo, la ciencia de la larga duración”. El proceso de desmoronamiento de esa empresa imperial colonial, así como la hemos descrito, está en curso hace varios años.  Ahora bien, esto no significa el desmoronamiento del colonialismo ahora mismo, este adquiere nuevas formas sofisticadas. En caso británico, vemos cómo ya a finales del XIX era insostenible la administración colonial, hubo hambruna en la India, cuando el pueblo tiene hambre es muy difícil controlarlo, (como dice Karl Marx, un país se beneficia de otro, y una clase se beneficia de otra), así pasaba con esa hambruna en la India, alguien se estaba comiendo su comida y era el Imperio Británico. Ya a inicios del siglo XX en sus primeras dos décadas, ya vemos los movimientos independentistas hacerse sentir. Y en 1950 tenemos la Mancomunidad de Naciones en curso englobando a más de cincuenta naciones que suponía un avance con respecto a la relación desigual de las relaciones coloniales. Pero ya en el siglo XXI, la simbología monárquica no tiene la misma aceptación de otrora, a pesar de saber adaptarse a las circunstancias.

Las consecuencias las podemos sintetizar en el conjunto de desigualdades del que hoy somos víctimas. Incluso, no solo lo vemos como un cúmulo de hechos pretéritos, aún en la actualidad el sofisticado colonialismo transnacional sigue haciendo estragos en nuestros países. Como bien identificó Thomas Piketty en Una breve historia de la igualdad no podríamos hablar de igualdad o desigualdad “sin comenzar por tomar la medida de la herencia colonial”, así como el Imperio Británico se benefició de “la extracción a gran escala de materias primas […] y fuentes de energía […] siguiendo el esquema de la organización coercitiva y colonial”. Nuestro subdesarrollo no es una etapa anterior al desarrollo o al progreso por venir, sino es una condición en sí misma producto de la relación desigual entre los países en otrora imperialistas y colonialistas, y los pequeños países como el nuestro. En esa línea, de analizar las consecuencias, el colonialismo está relacionado a la alienación, como lo estudió Frantz Fanon en celebre libro Piel negra, máscaras blancas. Fanon nos dice que el camino del oprimido no es otro que el de la “lucha”, para lo cual se requiere de lo “accional”. Muchas veces la alienación no nos permite contemplar las injusticias y actuar en contra de ellas.

La historia del colonialismo es también la historia de la cosificación del Otro y de la naturaleza como objeto explotable. La enajenación es una realidad, tenemos mucha gente enajenada, piensan colonialmente, quieren ser como sus amos. Entonces, como consecuencia podemos enumerar por lo menos dos: las desigualdades y la enajenación. Cuando hablemos de colonialismo también hablemos de las alternativas a este, empezando por la descolonización política y epistemológica. Esto no significa el regreso a un pasado idílico, pero sí por lo menos plantearnos seriamente la posibilidad de un mejor país.

 

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