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Escribiendo sobre los pinchazos.|

   
Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político.   

En nuestro tiempo, de gran desarrollo de la tecnología satelital, el concepto de la privacidad se ha relativizado. Cuando usted menos se lo imagina, está siendo objeto de intromisión en su vida personal; cámaras del tamaño de la punta de un alfiler, graban todo y toman fotografías.

Esta realidad, ha venido a condicionar nuestra manera de relacionarnos y comunicarnos. Como decían nuestros abuelos, ojo con lo que hablas; se prudente y mide el alcance de la misma, sino quedará envuelto en una telaraña de problemas innecesarios.

Existen aparatos que en un radio de hasta medio kilómetro cuadrado, es capaz de escuchar lo que dices o hablas. Hasta el celular más barato, graba conversaciones no autorizadas.

Hace muchos años, como abogado de un cliente que tenía conflictos con un hermano, estando en una reunión, mi cliente se abalanzó sobre su hermano, arrebatándole una pluma pequeña. Resultó que, era una cámara y tenía grabadora. Aunque parezca exagerado, ni en su propia casa, está librado de intromisión en su vida privada.

Esto de los pinchazos, no es nada nuevo. Antes y después de la invasión, los gringos tenían a este país intervenido en todos los sentidos.

La legislación penal, considera delitos, toda acción dirigida a invadir la esfera de la vida privada. Pero a mi juicio, insuficiente, lo que demanda regulaciones más eficaces.

El derecho y la garantía de la Intimidad, ha sido agujereado gravemente.

Ayer en la noche, las magistradas a cargo del proceso penal que se le seguía a Ricardo Martinelli, dieron a conocer el veredicto y luego será leído completo.

Debemos esperar a tenerlo íntegro, para examinarlo en toda su complejidad, sin embargo, ya se adelantó la decisión que supuestamente proviene del hecho que a pesar de que todo el mundo sabe que Martinelli y los otros presidentes pinchan a los ciudadanos, tanto el Ministerio Público como los querellantes no pudieron probar eficazmente los hechos alegados, otra vez, el Ministerio Público no subió la loma. En derecho penal, como escribió el maestro Jorge Fábrega, el corazón del proceso son las pruebas. Al igual, existiendo un muerto, no implica que exista un homicida.  En derecho penal, las pruebas tienen que ser contundentes y conducentes. Los jueces no resuelven porque, hay indicios de que el delito se dio, la responsabilidad penal es otra cosa.

Como escribió el maestro Jorge Fábrega y Ponce, el corazón del proceso son las pruebas.

Ahora bien, el que haya salido airoso porque no se le pudo probar su culpabilidad, no significa que Martinelli, como aseveran algunos, tiene pavimentada la Avenida que conduce al Palacio de las antiguas garzas, aunque hayan salido con caravana por algunas calles.

La gente no es tonta y saben que, en el mundo político nacional, hay muñequeo de toda clase, pero lo cierto es que la realidad fáctica de los graves problemas nacionales representa una realidad que no puede ser soslayada y la clase política en su conjunto, parece no solo desconocer esa realidad, sino que ninguno tiene en sus manos las soluciones mínimas que podrían despejar la enmarañada realidad en los próximos meses.

En el país emerge un descontento generalizado y algunos consideran que la gente no tiene aprecio por valores como la honestidad y la integridad, pero se equivocan. El panameño de a pie, tiene en estima a principios y valores porque sabe que su ausencia en el ejercicio público es la razón principal de nuestro calamitoso estado de postración general.

La crisis institucional que vivimos es el precio que hemos tenido que pagar todos por haber abandonado los principios fundamentales de decoro, decencia y dignidad.

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