El gobierno arrancó su gestión haciendo bulla con lo de la CSS. Cierto que era necesario meterle mente y cuerpo al tema. Pero los aplausos no deben ser porque encaró el asunto. El mérito hay que medirlo por si fue exitoso la forma como se acordó la cuestión y por el contenido de la Ley aprobada. Si el método tuvo reparos por anti-democrático, la 462 no podía resultar sino en lo que es: excluyente y nada solidaria, salvo para sus beneficiarios finales (inversionistas famélicos de aquí y de por allá) con aptitud y actitud para atragantarse con todo lo que encuentren a 2 manos.
La imposición de la 462 hizo justificable que los grupos sociales se adueñaran de los caminos. Y allí fue cuando Mulino, aprovechando que todos poblaban las calles, hecho mano del mejor pretexto para barrerlas con su política de «aplastamiento» masivo y cruel sin que todavía se hayan encontrado sucesos semejantes para comparar.
Ejecutó sus decisiones con golpes secos y premeditados a sabiendas que tenía bajo la manga otras cartas para seguir enrostrarnos su estilo soberbio para mandar.
Y ahora? Algunos esperarán a que vuelvan a abrirse las urnas en el 29, con la voluntad de no repetir los errores ancestrales. Pero eso podría convertirnos en pésimos optimistas, complaciéndonos con empalazosas ilusiones de repetición.
Lo otro es prepararnos desde allá, no en las vísperas, porque ya andamos con atraso.
Al gobierno no le fue del todo mal y venció por knockout técnico. Y ahora toca entrenarnos saltando cuerdas, trotar y caminar, golpear sacos, practicar movimientos de cadera, endurecer glúteos, mejorar los volados, jab, ganchos y los uppercut.
Cambiar o ajustar los verbos, hacer protestas con más imaginación que gente, innovar sin descanso, volantes creativas y no las somníferas que nadie asimila, embatumadas con prosas ásperas.
Y lo elemental: encontrar los conductores creativos, sin orejeras, humildes, no clérigos, que buscan en las bases el contenido y sentido de las consignas sin llevar cartillas dogmáticas que dormitan en oídos sordos.
Mulino, los suyos y los que le sucedan, pueden llenar las gradas de fanáticos, regalar las entradas, sobornar a los jueces, imponer el árbitro y dirigir la publicidad. Nunca nadie ha podido detener un pueblo decidido, ni en Pmá. Al gobierno y sus aliados hay que enseñarles eso antes que salgan del palacio de las Garzas. Y esto no es poesía ni convite para una riña insensata. Es una autocachetada que nos mantendrá lúcidos para que los fisgones, cuál bandidos, no se roben el encargo que aún se tiene.
Estamos distraídos con la correa y no en la brega política con el perro. El gobierno dice apoyar a la empresa privada, y a nadie más.
Estamos conscientes de eso o no lo hemos entendido todavía? Cuánto más esperar?
Las calles enseñan más que las aulas.