Por: Jaime Flores Cedeño
En la serie se observan a ciudadanos perseguidos por las deudas bancarias, financieras, comerciales etc. cuyas vidas dejaron de ser propias para ser propiedad de los agiotistas, usureros, estafadores, casas de apuestas y piratas modernos de la tecnología.
Todos estos endeudados caminan, respiran y se alimentan por intuición, son como zombis en espera de ser resucitados. En la serie una élite de millonarios ofrece una suma cuantiosa de dinero a un grupo de endeudados, que les serviría para salir de su estado de postración. Todo ello a cambio de participar en distintos juegos infantiles con resultados fatales, los cuales deciden participar.
Si bien es cierto, que es escenario ficticio, podemos traspolar parte del libreto a Panamá, donde cientos de miles de panameños tienen empeñada su vida con deudas de todo tipo (hipoteca, estudios, gastos médicos, artículos de primera necesidad, tarjetas de crédito etc.) que a duras penas les alcanza para sobrevivir.
Sería muy simple, como hacen algunos economistas apegados a la empresa privada, culpar solo a los ciudadanos de sus deudas, cuando el mismo sistema político, económico y social, lleva al endeudamiento a razón de los precarios salarios, la falta de oportunidades y el deseo de la población a vivir de forma digna.
Distintos medios de comunicación por medio de una política consumista contribuyen a propiciar este flagelo incitando comprar en eventos como: “Black Friday”, creando necesidades injustificadas a la población, en especial, a aquella más vulnerable.
Los nuevos esclavos modernos como decía Marx, son aquellos que trabajan para un salario de hambre y sus vidas están atadas por el vínculo laboral al empresario explotador dueño de los medios de producción y acumulador de riquezas fruto del empeño, trabajo y sacrificio de las fuerzas productivas.
Igual que en la serie, en nuestro país, los grandes consorcios empresariales y bancarios, son también los propietarios de los CASINOS, CASAS DE APUESTAS, HIPÓDROMOS Y TODO TIPO DE JUEGOS DE AZAR, donde venden falsas esperanzas a los pobres de poder equilibrar sus muy bajos ingresos.
La clase empresarial, con el fin de que los panameños olviden las pérdidas que sufren en estos garitos, y su estado de miseria, se hicieron dueños de industrias licoreras y tabaqueras desde el inicio de la República para inculcar el vicio en la población.
No debemos perder de vista, que, Panamá es uno de los países de América Latina donde más cantinas, bares, parrilladas y casinos existen por kilómetro cuadrado, contrario a la ausencia de bibliotecas, parques para niños y canchas deportivas.
Es importante, que los panameños adquieran conciencia sobre el origen de sus problemas financieros circunscritos en los bajos salarios, situación que se profundiza hoy día con el elevado desempleo producto de la pandemia y en las distorsiones del sistema capitalista, el cual está diseñado para beneficiar a una minoría burguesa en detrimento de la amplia mayoría de la población.
La serie, aunque violenta en distintos metrajes, es en el fondo una crítica social alejada de las películas propias de gringolandia, que nos venden historias de superhéroes y modelos de vida basados en principios hegemónicos.
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