
Por Carlos Ochoa E.
El término cipayo nace en el antiguo imperio Otomano que se funda en 1299 y perduró hasta 1922, en la meseta de Anatolia, en lo que hoy es Turquía; por la dinastía Otomana, conocida como “La Casa de Osman”, el término era para denominar o nombrar a los soldados reclutados de los territorios conquistados. El imperio conquistó gran parte de lo que es Europa y algunos territorios en África, así el ejército Otomano tenía a sus servicios soldados de los territorios conquistados. La historia no precisa con claridad, si eran reclutados por medios violentos o los sumaban voluntariamente; pero al fin quedaban sirviendo a los conquistadores.
En el proceso de independencia de las colonias de España en América, en el siglo XIX, ocurre un hecho similar. La sociedad colonial estaba formada, básicamente, por cuatro grupos sociales bien definidos, los criollos, hijos de españoles nacidos en América, los esclavos negros traídos de África y sus hijos, también esclavos; los aborígenes, conocidos como indígenas y los mulatos, nacidos de las relaciones sexuales entre parejas de los tres grupos ya citados.
Los que gestaron la independencia, eran básicamente criollos, hijos de españoles, “españoles de segunda categoría, por haber nacidos en América, y por allí es donde aparecen los primeros cipayos en nuestro continente. Criollos peleando al lado del ejercito colonial español, esclavos peleando a lado de los esclavistas, mulatos al lado del ejercito colonial, los aborígenes salvo algunas excepciones, prefirieron refugiarse en las montañas, igual que los negros llamados cimarrones, que se ocultaron a lo largo de la costa caribeña del Istmo, Chepo y lugares de Azuero.
El término de cipayo, se popularizo a mediados del siglo XIX, 1857, cuando la India era colonia inglesa, y por las buenas y por las malas comenzó a suplir su ejército colonialista, soldados de la propia India, otro tanto ocurrió en Francia y otros países colonialistas.
Acá, en algún momento, quien ocupa la más alta magistratura de nuestro país estuvo la osadía de decir que las relaciones de Panamá con EEUU siempre han sido privilegiadas, claro que sí, privilegias, pero únicamente para el país del norte, no para el pueblo panameño. Cuando se hace un análisis histórico y científico de esas relaciones nos damos cuenta, no ha sido más que Estados Unidos y nosotros como país los convidados de piedra, que siempre nos a dejado, lágrimas, dolor, luto y migajas económicas. Y por allí nos encontramos con otro concepto, más complicado que el “cipayismo”, el Síndrome de Estocolmo.
Un 23 de agosto de 1973, en la capital de Suecia, Estocolmo, unos delincuentes asaltan un banco y toman a cuatro rehenes, tres mujeres y un hombre, el secuestro duró solamente seis días, en la negociación para la liberación de los rehenes, los asaltantes exigen la presencia de un conocido criminal llamado Clark Olofson que se encontraba preso.
El 29 de agosto, en un arriesgado operativo, la policía irrumpe y apresa a los asaltantes y salva a los rehenes no hubo, muertos ni herido. Al momento de la liberación de los rehenes y aprehensión de los asaltantes, los rehenes se mostraron más preocupados por el destino de sus captores, que por el de ellos, se negaron a que se llevaran a los delincuentes sin ellos. Y la cereza del pastel fue que realizaron colectas de dinero para pagar la defensa de los delincuentes.
Un hecho similar ocurrió un años después, 1974, El “Simbionese Liberation Army”, un grupo guerrillero de EEUU, secuestra a Patty Hearst, nieta del magnate del mismo apellido, Patty tenía 19 años, termino sumándose “al ejercito simbiones Armado”, participo junto a ellos en varios asaltos, más de un año después fue capturada y procesada por la justicia, y condenada.
El Síndrome de Estocolmo ha sido más aplicado en la psicología y la psiquiatría, pero no hay que hacer un mayor esfuerzo para aplicarlo a la sociología a la política, cada cinco años votamos por nuestros opresores, por los responsables de todos los problemas sociales y económicos. A veces espanta ver, oir y escuchar gente pobre defendiendo a los ricos, a los empleados oprimidos y mal pagados, defendiendo al empresario mala paga.
Según Nils Berejot, quien acuñó el término de Síndrome de Estocolmo, miedo y terror son unos de los principios por los cuales los secuestrados terminan defendiendo a los secuestradores. Tener miedo y terror a un gobierno, que no respeta las leyes ni al pueblo, salvo mejor criterio, no es una opción, tampoco es una opción ser servil y adulador, perdón, ser cipayo.
El autor es Sociólogo y profesor de Geografía e Historia
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El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.