El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Tal vez, movido por la realidad de una nación, con excesivos problemas sociales y desideratums nacionales, albergamos algunas expectativas en torno a lo que sería el discurso del Sr. Laurentino Cortizo. No ocurrió y sencillamente el mandatario se ciñó al simple protocolo de usar el atrio parlamentario para rendir un informe de buenas proyecciones y alentadas por referencias a datos que suministran agencias como el Banco mundial, FMI, calificadoras como Fitch. Seguramente hacia adentro del gobierno, lo verán como positivo, pero hacia afuera poca o nada de interlocución.
En su discurso, poca alusión a fuerzas orgánicas de la sociedad, como los problemas de estos, al igual que lo pertinente al desastre que significa los casi 800.000 mil informales y el colapso de la mini y pequeña empresa. Y peor nada sobre política exterior, tan cuestionada.
Se deja la impresión que nuestro país es uno en viento en popa. Estamos en buen camino. La reflexión y autocrítica, ausente. Esta vez no se ratificó en la no privatización de la Caja de Seguro Social. ¿indicador de algo?
Que dijo o se refirió a políticas relativa a megas inversiones, está bien, eso lo sabemos. Cierto que se han reactivado miles de contratos, pero no se dijo cuanto, una vez se han reintegrado han sido objeto de despidos.
En el contexto de las palabras del mandatario y sus proyecciones, no queda otra desde la perspectiva de El Periódico, que seguir con la bandera de una real democratización del Estado y la sociedad, que trascienda a los menesteres del ejercicio del poder.
Aun cuando el presidente Cortizo, intentó apuntalar esperanzas en el discurso de hoy, a dos años de su gestión al frente del gobierno nacional, el grado de incredulidad es mayúsculo al que se enfrenta, porque la gente ha visto desfilar una realidad muy dura y muy pocas conductas desde el Estado y sus funcionarios, que se compadezcan con esa realidad.
Hoy para desayunar, por ejemplo, los diputados se gastaron más de 20 mil balboas, que servirían para llevarle bolsas de comida a más de mil familias pobres del país.
Nadie hasta ahora se autolimita los grandes privilegios de gasolina, alquiler de autos, celulares y muchos otros, y continúan rampantes en su jolgorio, mientras que una gran parte de la sociedad se las tienen que ingeniar para sobrevivir, de modo que, contra esa realidad se estrella un discurso lleno de buenas intenciones, pero poco con qué sustentarlas en el ejemplo.
Hizo el presidente anuncios de obras que dinamizarían la economía y mencionó por ejemplo el Colegio Profesional y Técnico del Silencio en Bocas del Toro, mismo que la semana pasada se inundó, a solo unos días de haber sido inaugurado a un costo de 22 millones de balboas, porque lo construyeron a ras del suelo sin que se respetaran los más elementales criterios de ingeniería civil y arquitectura. Es absolutamente inmoral advertir que las obras públicas tengan un valor tres y cuatro veces lo que cuestan en el ámbito privado y que frente a esa realidad se mueva alrededor, toda una suerte de justificación, que no tiene ningún asidero en quienes tienen algún compromiso con el adecentamiento nacional.
Las carreteras en miles de kilómetros que se plantearon, se construirían y que generarían empleo, no tendrían que esperar desembolsos de préstamos internacionales que nos someten y ponen en peligro nuestro patrimonio nacional y la soberanía, si el gobierno nacional estableciera términos dignos en que quienes tienen concesiones de minas, puertos, ferrocarril, generación y distribución eléctrica, comunicaciones y otros y pagaran lo que en justicia corresponde, porque vivimos como parias en el país nuestro y otros son los que se llevan nuestros bienes y haberes.
Le tocará al pueblo panameño prepararse para enfrentar lo que se nos viene encima y solo la unidad popular y la Fe en Dios nos podrán dar luces para llenarnos de valor podamos resistir las grandes olas de ese mar embravecido.
¡Así de sencilla es la cosa!
