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Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón.|


Por: José Dídimo Escobar Samaniego

En el año de 1988, hace 33 años, fui invitado de los estudiantes de la Universidad de Bolonia a Celebrar el nona centenario, o los 900 años de fundación de la Universidad más antigua de la civilización Humana, fundada en el año 1,088 de nuestra era.

Toda la región Emilio Romana, donde está ubicada Bolonia y la Universidad, se preparó anticipadamente para tan grande acontecimiento. Dentro de 57 años, cumplirá los primeros 1,000 años.

En las aulas de esa Universidad, en donde se conservan algunas, de muchos siglos atrás, el profesor o maestro, colocado en el fondo como actor principal y los estudiantes como la forma de un anfiteatro, alrededor del profesor, en donde todos podían verlo y escucharlo, sin interrupción. Esos salones de más o menos 8 metros de alto, tan distintos a los nuestros ahora, que con poco esfuerzo usted toca el techo.

Yo había estudiado economía en la Universidad de Panamá y me faltaban tres materias para poder hacer la tesis, le tenía animadversión al derecho porque, a pesar de que, por ser dirigente estudiantil nacional, todos me urgían a que estudiara derecho, pensaba, no obstante que, los abogados, casi todos, eran tramposos y maquineaban las leyes para salirse con la suya, y lo tenía en la sangre misma, que no toleraba las injusticias. Sin embargo, después de esa visita a la Universidad de Bolonia, empecé a cambiar de idea por las siguientes razones.

Cuando estuve allí, en la tan famosa Universidad de Bolonia, supe que en la Edad Media, fue famosa en toda Europa por sus escuelas de Humanidades y, especialmente, la de Derecho, donde se enseñaba tanto derecho canónico, con las figuras de Graciano y su Concordia discordántium cánonum, como civil, destacándose aquí, la obra de Irnerio.

Pronto se celebrará el día del abogado en Panamá, en recordación del Natalicio de Justo Arosemena, recuerdo que los profesores de Derecho de Bolonia, me informaron que fueron los maestros de Bolonia quienes llevaron al Derecho a otra dimensión, a una época de esplendor en Europa provocando su independización como ciencia jurídica de la Retórica y reintroduciendo plenamente los preceptos y figuras del derecho romano que nosotros estudiaríamos y seguimos estudiando en Panamá.

Es de esta escuela científica, la de Bolonia, de la que surgirán eminentes discípulos conocidos como glosadores, es decir, expertos en el sistema de la glosa. Todos estos autores se ocuparon del conjunto del derecho justinianeo, de lo que será llamado el Corpus Iuris Civilis, y muy especialmente del Digesto. Tenían una doble y humilde tarea, glosar estos textos, es decir, aclarar o vulgarizar el profundo sentido de sus preceptos y sintetizar estos compendios accesibles llamados sumas, entre las que destaca la del maestro Irnerio.

Es así que cuando tuve la oportunidad, estudié Derecho, luego hice dos maestrías de Derecho Procesal y finalmente realicé el programa de Doctorado en Derecho, de la cual, me falta la presentación de la tesis doctoral, su sustentación, si Dios nos da vida y Salud.

El Derecho, como todo conocimiento, es bueno o malo dependiendo en manos de quien está. Si es de una persona virtuosa, el derecho obrará a favor de la Justicia, pero si ese conocimiento está en manos de procaces, será un instrumento para someter y para justificar los vicios y a los bribones.

De la Universidad de Bolonia, han salido la mayoría de los premios nobel, en casi todas sus ramas. Conocí en aquel entonces al afamado profesor Humberto Eco, catedrático de Semiología en las universidades mas destacadas del mundo, quien desarrolló la docencia en su querida Bolonia.  Desde Venecia, muy cercana a Bolonia, se desarrollaron todos los viajes de Marco Polo al Oriente, especialmente a China, de donde trajo lo que hoy identifica a los italianos en el mundo; los espaguetis.

¡Así de sencilla es la cosa!

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