La crisis actual que vive Panamá, fue planeada y elaborada con suficiente frialdad, desde que se levantó el pueblo en octubre y noviembre de 2023.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
La estrategia de este gobierno, desde hace casi once meses, era desprestigiar a las organizaciones gremiales, sindicales, sociales y populares a fin de aplicar sobre ellas una suerte de «capitis deminutio», que se traduce como «disminución de la capacidad» o «disminución de la persona», y disminuir la condición jurídica de esas personas (naturales y jurídicas) y organizaciones, especialmente en relación con su condición ciudadana, libertad, familia y pasarlas de ciudadanos a esclavos, sometidos por el terror y el miedo que obviamente causan el resultados de la paralización o desmovilización.
Para ello, José Raúl Mulino, eligió un gabinete que responde y pertenece a solo un sector de la sociedad, el más privilegiado y minoritario que, representa muy bien al sector financiero y especulador, no necesariamente al sector productivo. Acto seguido procedió con una política de choque empezando por la imposición de la Ley 462 de la CSS que, cambia las reglas del juego y expone a una seria incertidumbre a las presente s y futuras generaciones, que deberán jubilarse con una miseria, pero hará muy ricos al sector financiero que terminará manejando las valiosas reservas de la CSS, constituidas por las sumas de todos los asegurados que son los trabajadores.
La remodificación de la Estrategia
El rechazo popular a la Ley 462 es de tal magnitud que, desde hace un mes, los maestros, profesores, los obreros de la construcción, las bananeras, las enfermeras, los estudiantes universitarios, de secundaria, sal de las redes, los pueblos originarios y en general los movimientos sociales y populares, han declarado una huelga general para que se revoque la Ley conflictiva, se enfrente firmemente la corrupción generalizada en el país, la reivindicación de la soberanía nacional y por tanto se anule por inconstitucional y violatorio del artículo V del tratado de Neutralidad que prohíbe, una vez terminado el Tratado del Canal Torrijos Carter de 7 de septiembre de 1977 que, ocurrió el 31 de diciembre de 1999, la presencia en Panamá, de ninguna fuerza militar extraña que no sea la panameña, y el gobierno de Mulino firmó un Memorándum que transgrede estas fundamentales normas jurídicas, lo que lo convierte en un acuerdo espurio, vendepatria y finalmente, desde hace más de siete meses, el gobierno nacional ha tomado acciones que desconocen, en un abierto desacato, el fallo de inconstitucionalidad del contrato minero del 27 de noviembre de 2023. El diálogo que tanto se ha pedido que el gobierno proponga a fin de poner fin a la tensión que vivimos, no ha encontrado en Mulino, sino un soberano rechazo, por lo cual se elige la confrontación del Estado contra sus ciudadanos desvirtuando abiertamente el propósito del Estado democrático y nos obligan a entrar a un esquema tiránico, que encuentra en la sociedad panameña, un rechazo absoluto y un aislamiento al gobierno, como nunca existió en la historia nacional.
Así las cosas, el Ejecutivo, ha tomado la decisión de desarrollar una acción deleznable de destruir y descabezar a toda fuerza contestataria, a fin de que, quebrando la oposición utilizando todos los medios disponibles al margen de la legalidad y dejando al movimiento popular sin liderazgo, poder imponer el plan del gobierno que no es otro que, el retorno completo de la oligarquía al poder político y control del estado y su patrimonio.
Los partidos políticos, se comportan como cómplices con su silencio, agravando esta tragedia que vive el país.
Según nuestra constitución política, los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la participación política, para el debate democrático, pero en Panamá, los mismos han guardado un, oprobioso silencio sepulcral. Conocido es el adagio popular que dice que; “El que calla, Otorga”. Pero, es que no solo se trata de un sonoro silencio, sino que los partidos han abandonado a su suerte al país y a la patria, también están prestos a buscar votos para administrar la cosa pública, pese a que están manchados de la corrupción que ha postrado al país.
Los falsos independientes de los que se esperaba una conducta, ética, prístina y apegada a valores como la decencia, se han tirado de bruces en la laguna estigia, en donde se regodean los cerdos de la corrupción que le han robado el destino digno a la nación y solo existen muy contadas excepciones que se han mantenido al margen de los actos sacrílegos que se han cometido contra el noble pueblo panameño.
Finalmente, con la ayuda del Dios Todopoderoso, el pueblo, sus organizaciones legítimas, les tocará rescatar la democracia, la patria y la dignidad de los panameños que tenemos el privilegio de vivir en esta tierra hermosa que nos la regaló Dios para que viviéramos en ella y la cuidáramos para poder legarla libre, a nuestros hijos y nietos.
El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
