Por Carlos Ochoa E.
Nuestra historia, a partir de la llegada de los europeos en 1504, esta llena de acontecimientos, unos agradables y otros terribles, en términos sociales, económicos y políticos. La originaria Anayansi en amoríos con Vasco Núnez de Balboa, Urracá reducido a un centésimo de valor monetario, la heroína Rufina Alfaro, entre el mito y la leyenda. En 1921 nos independizamos de España para entregarnos a los brazos de la hoy Colombia a cambio de nada, allí permanecimos 82 años, con más penas que glorias. Recuerdo: nos quedó el Ferrocarril, el incidente de la Tajada de Sandia, el fracaso del Canal Frances y el establecimiento de las Bananeras en Bocas del Toro y Chiriquí.
La separación o independencia de Colombia duró apenas 15 días, ya que el águila imperial se apodero del Istmo el 18 de noviembre de 1903, el precio de construir el Canal, todavía lo estamos pagando. En 1925 el Presidente Rodolfo Chiari llama a la soldadesca norte americana para que masacrara al pueblo que con razón protestaba en las calles, por los altos alquileres. En enero de 1962 mueren a manos del ejército yanqui 21 panameños, ninguno era de la clase social dominante, eran los hijos de la cocinera. En 1989, un Presidente es juramentado en la Zona del Canal y se toma fotos rodeado de soldados invasores, que masacraron a centenares de panameños.
En 1970, Ornar Torrijas Herrera y otros nacionalistas y patriotas inician negociaciones con la potencia más poderosa del mundo, de cara a recuperar la Zona del Canal y el Canal. Pero pocos recuerdan y los más jóvenes no lo recuerdan ni lo han leído: «la Guerra del Banano». En 1974, Omar Torrijos Herrera desafía a la poderosa multinacional bananera; United Brands Company, en nuestro país era Chiriquí Land Company, conocida en América Central como «mamita Yunai», tan poderosa que quitaba y ponía gobiernos en América.
La empresa ofreció tres millones de doláres a Torrijos como soborno, y como él no acepto, amenazó con irse del país si el gobierno no le retiraba el impuesto de un dólar por cada caja de banano de 40 libras, el país producía 40 millones de cajas de bananos al año. la respuesta al intento de chantaje de Omar Torrijos, fue en un lenguaje cuartelario, que no se puede escribir, que se resumió así y así paso a la historia, «de que se van se van». Solo vamos a negociar los términos y cuando. Nunca se fueron. Dicen que ningún minero abandona su mina. Esa misma frase guío las negociaciones para la recuperación de la Zona del Canal. Y en ambos casos ganó la dignidad y el patriotismo, y se fueron, Harmodio Arias fue presidente la de República en la década de 1930, antes y después fue abogado de la Chiriquí Land Company, en 1950, Arnulfo Arias, por un préstamo al gobierno, de 3 millones de dólares, le extendió el contrato que vencía en 1957 hasta 1987. Habrá algún abogado defensor de la minera que estuvo o que este muy cerca de la Minera, cualquier similitud o parecido es pura coincidencia.
El enclave colonial bananero duró desde la década de 1890 hasta 1974, cuando Torrijos le puso fin, la bananera era dueña de todo, las viviendas, el agua, la luz, la educación, atención médica, hasta el cementerio estaba dentro de los terrenos cedidos a la bananera, no había Código de Trabajo, los salarios los fijaba a su antojo «Mamita Yunai». Al leer el Contrato de Minera Panamá con el gobierno encuentro un olor a putrefacción, muy parecido al que emanaba de las bananeras y de la ex Zona del canal y también revoleteando aves de rapiña muy parecidas.
Pero lo más probables es que sea pura percepción mía.
Realmente no siento ningún olor a bananos, de ninguna marca, tampoco, veo ojos rubios de los clásicos «zonians», así los llamábamos. A los que vivían en la Zona del Canal; lo que sí he visto, olfateado y he oído es cobre. No a pocos se les ha salido el verdadero cobre y sin refinar, verdaderos judas. Traidores.
El autor el profesor de Geografía e Historia y Sociólogo.
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