Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político social. (Febrero de 2023).
No se trata de atacar la iniciativa y propiedad privada. Menos oponerse a que tenga márgenes de ganancias justas. Eso es una cosa y la otra es que los servicios que prestan estas empresas, se tengan como fuentes de enriquecimiento que raya en lo perverso y miserable.
Ocurre que, en algunas juntas directivas de estas empresas, hay gente articulada familiarmente con algunos de los clanes del poder económico.
En estas empresas hasta el palillo de diente te lo cobran. Los precios para variadas cirugías son un escándalo. Algunos rebasan los 100 mil dólares.
Conozco de casos de panameños que, por las deficiencias del sector público de la salud, se han visto obligados a recurrir a estas empresas y hacer uso del ahorro de su vida, para pagar algunos de los servicios que prestan estos mercaderes de la salud.
El día que tengamos un sistema de salud eficiente en el sector público, ese día veremos a estos mercaderes cambiar, para bien de la población, sus «ofertas de precios».
Miren cómo reaccionan cuando sus intereses se ven afectados. Hace algunos años, médicos cubanos establecieron en la provincia de Veraguas una clínica para atender gratuitamente problemas ópticos, incluyendo cirugías. Montaron una campaña negativa, como si la salud tuviera afiliación ideológica.
Algo parecido ocurre en la educación. Un deficiente y atrasado sistema de educación, se traduce en servicios de educación con mensualidades por las nubes y como que fuera deliberado mantenernos en el ostracismo a los sectores populares.
No perdemos la esperanza de que estos servicios de salud y educación los suministre eficientemente el estado. Mientras no ocurra, ‘a cruzar el Niágara en bicicleta’.
Son problemas de vieja data que, al igual que la política, siempre están dando vuelta como el trompo.
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