Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Nadie ha hecho un estudio serio sobre las consecuencias de la pandemia sobre los menores de edad, pero debemos estar perfectamente claros que, sobre ellos ha recaído el mayor peso de la tragedia que sólo se podrá medir en el tiempo. Daños de orden psicológico, incluso con probables afectaciones mentales.
La desigualdad que, es un reto poder disminuirla por lo menos y que, tanto nos avergüenza en Panamá, tendrá en los jóvenes que abruptamente rompieron su proceso de enseñanza aprendizaje, un desafío en terminar lo antes posible con esa tragedia que, los aleja de la esperanza de las oportunidades y poder cada uno de ellos, ser sujetos de su propia historia.
Ojalá el Ministerio de Educación esté listo para ese instante histórico y no salga en ese justo momento con excusas baratas que hundirían la esperanza, aún más.
¡Así de sencilla es la cosa!
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