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Tributo A Los Verdaderos Próceres De La Patria, Aquellos Que No Vendieron La Nación

Por. Jaime Flores Cedeño

Abogado e historiador.

 

La Gesta de 1903, se produce en el marco internacional de una política imperialista estadounidense que se fortalece a finales del siglo XIX, a través de la guerra hispanoamericana, donde se le quitan a España las posesiones de Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam.

Ante este escenario, los trabajos del canal francés por el Istmo no harán desistir a la nación del norte de su objetivo, identificar una nueva ruta, o bien, apoderase de la que ya se estaba construyendo. Este interés tuvo mayor significado con la guerra de 1898, donde las flotas de los Estados Unidos demoraban hasta 65 día en atravesar el estrecho de Magallanes. El camino se despejó con el Tratado Hay- Pauncefote, y luego, con la Ley Spooner, la cual autorizó al presidente de los Estados Unidos a avanzar por la ruta de Panamá.

La firma del Tratado Herrán-Hay, entre Estados Unidos y Colombia, el 22 de enero de 1903, y su posterior rechazo por el Congreso colombiano, dieron lugar en Panamá al movimiento separatista. Los panameños venían padeciendo de una dura crisis económica, producto de la política centralista emanada de Bogotá y que se agudizó con la Guerra de los Mil Días. Aunado a ello, existía un fuerte resentimiento nacional por la muerte propinada al poeta León A. Soto y el posterior fusilamiento de Victoriano Lorenzo.

Estos eventos hicieron que los denominados “próceres” entraran en negociaciones con los Estados Unidos, por medio de intermediarios, entre los que se encontraban Philippe Buneau Varilla, quien tenía acciones en la Nueva Compañía del Canal. Este ciudadano francés, el cual fue nombrado ministro plenipotenciario de Panamá en Estados Unidos por la Junta Provisional de Gobierno, firmó de manera apresurada, el 18 de noviembre de 1903, el oprobioso Tratado Hay- Buneau Varilla. Su texto, sin traducción, fue ratificado por la misma Junta el 2 de diciembre, solo un día después de haber llegado en una caja sellada al puerto en Colón.

Esta herencia entreguista que nos dejaron los “próceres”, le cedía a los Estados Unidos a perpetuidad derechos en la vía marítima y la Zona del Canal, que tanta lucha, sacrificio, luto y dolor causó al pueblo panameño durante el siglo XX, como fue la Gesta del 9 de enero de 1964. También le otorgaba el derecho a la intervención armada, lo que estuvo también plasmado en el artículo 136 de la Constitución de 1904. Esta fue un arma invocada por los gobernantes de turno, que les sirvió para sofocar los levantamientos populares, como el acaecido en octubre 1925, a raíz de la Huelga Inquilinaria.

Coincido con algunos historiadores en que los “próceres” actuaron de forma indigna con los panameños y no debieron haber ratificado como lo hicieron, de manera ligera y sin consultar al pueblo, el precitado Tratado que vulneraba la Soberanía Nacional, porque nos hacía pasar de una unión malograda a un coloniaje que laceraba el sentimiento de nacionalidad y hacía germinar una República mediatizada por los Estados Unidos.

Muchas fueron las voces que se unieron al rechazo del Tratado, una contundente fue la del Dr. Jorge E. Boyd, hijo de Federico Boyd, quien lo denominó como: “humillante y desventajoso, venta infame, terrible pacto, sacrificio y concesión adicional a los estipulados por Colombia, la sentencia de muerte de esta infeliz nación”, (cita del libro de Ernesto Castillero Pimentel, Panamá y los Estados Unidos, 1903- 1953, p. 57).

El destino emancipador del Istmo de Panamá estaba trazado desde el siglo XIX y antes en su deseo de libertad. Si no se hubiera dado la traición de 1903, tarde o temprano hubiese llegado el acto emancipador por distintas vías, porque los lazos que nos unían a Colombia eran insostenibles. La Independencia era cuestión de tiempo y eso lo sabían en Bogotá. Los «próceres» en su afán de lucrar con la consecución de los trabajos del Canal, lo entregaron todo a los USA y heredaron a las generaciones subsiguientes una Nación ultrajada desde su parto que constituyó una Quinta Frontera, como bien lo señalará el General Omar Torrijos, que no solo agredía a Panamá, sino también, al resto de América Latina, con sus bases militares y su ejército Sur, que provocó Golpes de Estado, Invasiones, y muertes a lo largo del siglo XX.

La Gesta de 1903, cuyas motivaciones se encuentran en el “Acta de la Independencia”, reivindica la lucha de todo un pueblo que luchó en el decimonono, y a inicios del siglo XX, por alcanzar su libertad, y que tuvo verdaderos héroes y próceres como: José Domingo Espinar, Tomás Herrera, Justo Arosemena, Santiago de la Guardia, Buenaventura Correoso, León A. Soto, los caídos en la Guerra de los Mil Días, y a una de sus máximas figuras: el cholo guerrillero Victoriano Lorenzo, entre otros, quienes sin temer a las adversidades, supieron defender a la Patria y no se prestaron para acciones que mancillasen el sentimiento nacional.

El 3 de noviembre hubo actos heroicos que debemos destacar como Nación, tanto en Panamá, en Colón y el interior del país, protagonizados por el pueblo, más no por la oligarquía liberal y conservadora, que sólo pensaba en la emancipación para sus fines económicos, principalmente, con la continuación de los trabajos de construcción del Canal.

Un punto que debe quedar claro y que no dicen los escritores apegados a la historia oficial, es que, los istmeños querían la separación y su consecuente Independencia, pero no regalando el país a los USA, por ello, los denominados próceres se apresuraron a firmar el Tratado Hay- Buneau Varilla, sin mayor consulta popular, porque sabían el rechazo que iban a tener por parte del pueblo que no se olvidaba del Mallarino Bidlack, el Incidente de la Tajada de Sandía, la intervención de 1885, que provocó la injusta muerte de Pedro Prestán y el incursionar de los USA en el Caribe, bajo preceptos imperiales. Había claridad en los nacionales de los debates que había provocado el rechazo del Tratado Herrán- Hay, donde los USA exigían a Colombia ceder en condiciones de Soberanía, un extenso territorio en lo que sería la Zona del Canal de forma perpetua, que convertiría, como en efecto se dio, a una amplia franja del Istmo en colonia estadounidense, con gobernador, leyes, comercio, ejército y policía propia, que fue motivo de oprobio nacional en el siglo XX, con sus Gestas, Mártires y Héroes.

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