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232 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA |

(ORIGEN Y EVOLUCIÓN)

 Por: Jaime Flores Cedeño / Prof. de Filos e Historia-Abogado

Los orígenes de la Revolución francesa no debemos buscarlos en los hechos inmediatos, sino en los antecedentes que marcaron el camino de su realización. Francia, en 1789, ya había acumulado siglos de gobiernos monárquicos que provocaron una fisura en las relaciones de producción de tipo feudal extendidas en Europa.

Este sistema germinó en el primer milenio luego de la caída del imperio romano de occidente. Europa fue arropada por espacio de siglos bajo un manto de oscurantismo político- eclesial, donde la palabra y el pensar estaban prohibidos, a no ser, que fuera para inclinarse ante los señores feudales y el dominio papal.

Fueron más de diez siglos de persecución, torturas y crímenes, que no tuvieron límites. Los mismos se intensificaron con la puesta en práctica de la “santa” inquisición, que envío a la hoguera no solo a científicos como: Giordano Bruno, sino también a religiosos de la estirpe de Girolamo Savonarola, y ni hablar de los estragos que causó hacia la población aborigen de América con la llegada de los españoles.

El absolutismo del medioevo tuvo que enfrentarse desde el siglo XV a una nueva clase social de origen burgués, cuyo transitar fue abriendo espacios con el tiempo, y que se situaba en las periferias de los feudos. Estos proto burgueses eran en su mayoría pequeños y medianos comerciantes, impulsados por el ánimo de obtener riquezas.

Con el desarrollo de la burguesía aparecerán corrientes críticas de ilustrados en el Viejo Mundo y renacerán las artes de la época de oro de griegos y romanos. Esta evolución estructural de la sociedad tuvo su mayor realización en 1789, con la Revolución francesa, que puso fin a la monarquía de Luis XVI.

La burguesía triunfante asumirá la conducción del Estado bajo nuevos métodos de explotación de las fuerzas productivas y control político- social. Para su consolidación llevaron a cabo incursiones colonizadoras en distintas regiones del mundo con el objetivo de apropiarse de las materias primas, las cuales servirían en el proceso de industrialización, que incluía la explotación del proletariado, como bien lo describiera Engels, en su famosa obra: “La situación de la clase obrera en Inglaterra”.

La burguesía pasó a convertirse en una clase opresora, igual o peor, que sus antiguos enemigos feudales, con la diferencia que lo harán en nombre de la democracia y la libertad. Como dijera Marx en el Manifiesto Comunista: “En lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal”.

La Revolución francesa, con su estela de discursos, derechos y proclamas constitucionales que pedían

“libertad, igualdad y fraternidad”, se convirtió poco después en un régimen de terror donde la “guillotina” resultó ser la salida a los problemas que afrontaba el nuevo Estado. Todo ello desembocó en la era imperial de Napoleón con todas las guerras, muertes, conquistas y saqueos.

El diplomático francés, Francois René De Chateaubriand, sintetizó este período al decir que: “La Revolución francesa no procede de tal hombre, de tal o cual libro, procede de las cosas…procede, sobre todo, del progreso de la sociedad al mismo tiempo hacia las Luces y hacia la corrupción; por eso pueden verse en esta Revolución tantos principios excelentes y tantas consecuencias funestas. Los primeros derivan de una teoría ilustrada, las segundas de la corrupción de las costumbres. Este es el auténtico motivo de esa incomprensible mezcolanza de crímenes injertados en un tronco filosófico”.

La Revolución inspiró a cientos de miles de hombres y mujeres en el planeta que buscaban alcanzar una verdadera libertad, igualdad y justicia social. En América tuvimos grandes héroes y líderes como: Victoriano Lorenzo, Zapata, Villa, Sandino, Fonseca, Allende, el Che, Marulanda, Chávez y Fidel, quienes alzaron sus voces y expusieron sus vidas por un mundo más justo. Igual aconteció en las primeras décadas del siglo XIX, con Miranda, Bolívar, San Martín, Nariño, Sucre y Páez, entre otros, que levantaron su espada contra el dominio español.

Los principios emanados de la Revolución de 1789, continúan vigentes en los trabajadores, campesinos, indígenas y sectores sociales, quienes se enfrentan a escala global al sistema capitalista oligárquico- burgués, que controla el Estado para su propio beneficio de clase, y cuya política de exclusión, es la responsable de los millones de pobres en el mundo que no cuentan con alimentos, trabajo, salud, vivienda, ni necesidades básicas, lo que se palpó más en la actual pandemia, dando lugar a la intensificación de la lucha social.

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