José R. Acevedo C.
No te importó verme así, con el alma lastrada y muerta.
Me robaste la inocencia, con tu traición
Me has visto morir de apoco, te llevas mi amor, el fruto más preciado de mi huerta.
Y me pregunto, «Quien eres», si hasta un animal tiene compasión.
Antes de irte, alimentabas mi tristeza.
Cada día, me rompías el corazón
Te reías, te burlabas de tu desenfreno, dejando mi esperanza en pobreza.
Y me pregunto, «Quién eres», si hasta un animal tiene compasión.
Disfrutabas al verme llorar de desilusión.
Te reías a carcajadas cuando exhibías y me contabas tus aventuras.
Gozabas de mis amarguras.
Y me pregunto, «Quién eres», si hasta un animal tiene compasión
«Quién eres «? Ser, sin compasión.
Acaso alguna vez fuiste humana?
A pesar de todo, al verte en guiñapos y derrotada.
Te tiendo mi mano y te ofrezco mi compasión.
Quién eres? Ser, sin compasión
Jamás podré disfrutar, al verte así, en lo más caótico y carestiado.
Tampoco actúo para darte una ética lección.
No. Es que soy humano y mi corazón me dice, que te extienda otra vez, mi mano.