El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Enrique Avilés.
Basta dar un ligero vistazo a la escena de la dirección de la cosa pública para notar, de inmediato, que lo plagado de contradicciones sociales y de disputas en la orientación de políticas públicas existentes no obedecen a un capricho de senilidad ejecutiva o a la inocencia de un legislativo confundido, por el contrario se asiste a una agudización intencionada de la lucha social, impuesta a conveniencia de una clase minoritaria y en detrimento de las grandes mayorías de asalariados del país. Y para muchos, cosa que le es difícil entender, la lucha de clases solo la origina el obrero sindicalizado o el profesional agremiado, hostil siempre a cualquier orientación pública a favor de un Panamá próspero, que quiere trabajar y que necesita paz y no protestas y cierres de vías, todo quizás con el fin político de desestabilizar y hacer daño a la democracia, son unos “vagos que lo que no quieren es trabajar y que quieren todo gratis”, todo esto haciendo eco de un discurso disuasivo cargado de una falsa aureola de que el ejecutivo es quien defiende la democracia, democracia y paz social que está siendo amenazada, y quienes protestan están tratando de imponer una guerra de clases. Muchos se comen ese cuento porque son herencia de generaciones silentes, fundidas en un macartismo que se quedó en su mente combatiendo el comunismo en los Andes, ejemplo el mismo ejecutivo, otros, jóvenes neófitos en política o acólitos a una libertad individualista y egoísta, sienten que luchan por liberar al individuo de amenazas colectivas que no generan progreso.
Ante la puesta en escena, lo primero que hay que dejar en claro para quienes repiten como papagayos el mensaje disuasivo de manipulación como borregos al matadero, es que la lucha de clases siempre está presente en todas las representaciones e ideas de una sociedad, y que no son como la pinta el ejecutivo oligarca y malintencionado, o sea un grupo de revolucionarios armados, alborotadores irracionales con ánimos de eliminar el sistema capitalista y erradicar la empresa privada matando a todos los que se digan contrarios a su pensar, esas visiones de lucha de clase son un pasado remoto que no tiene cabida en un mundo racional que cree en la democracia y el estado de derecho, pero que bien funcionan para meter miedo y manipular coyunturas a favor de un empresariado minoritario que origina la lucha de clases al imponer, hasta con sangre y fuego, represión y muerte, políticas públicas que son el despojo a su conveniencia de los dineros de los pobres asegurados a favor de la especulación bancaria y de usar esos mismos fondos como base fiscal del estado, convenientemente a su favor para pedir préstamos y perpetuar la corrupción, mientras esquivan, con ese mismo mecanismo, la responsabilidad de pagar casi 9 mil millones robados de impuestos. Para ejemplo un botón, un presidente de la cámara de comercio apoya la ley a morir, pero le debe a la caja y al fisco tres millones de dólares, el impulsa la ley y no dice nada de la masacre en bocas, porque esa lucha de clases es a favor de sus intereses. Así como él, los ejemplos sobran y todo el que se los cante en público es un comunista desestabilizador, vándalo, vividor y ahora lavador de dinero y narcotraficante extorsionador. Todo esto a favor de la libertad de un empresariado, evasor y aporofóbico, que se pinta de santo y salvador del pueblo, mientras viola derechos humanos como Pinochet en Chile para salvar la democracia y la libertad. La pregunta es la libertad de que y quienes?
La 462 es la libertad del empresariado oligarca de expoliar al pueblo, a los que menos tienen, y este expolio es tan democrático que no tiene que ver si el asegurado es zurdo, mujer o hombre, diverso en su orientación sexual, cristiano o católico, joven o mayor, niño o adolescente. Y para lograrlo, casualmente, agudiza la lucha de clases, pues no es que sofoque movimientos “no democráticos”, pues protestar es democrático y las huelgas y las marchas de protesta igualmente lo son, sino que aplastó a través de métodos dictatoriales a todo el que piense diferente o se oponga a lo que quiero hacer, no escucho porque no quiero escuchar, descalifico y eliminó sindicatos y gremios, mientras escupo sobre el derecho a la libertad de los que lo único que les queda en democracia es disentir. Vendrá más, porque la libertad de ese empresariado corrupto, pintada de ilusión colectiva para incautos, seguirá avanzando para derrotar el salario mínimo, las convenciones colectivas y todos los fueros sociales que tiene el código de trabajo. Así, cuando te toque quedarte sin décimo tercer mes o fuero maternal, o vacaciones darás gracias a la libertad de ellos que es muy democrática al momento de quitarte todo lo ganado por las luchas sociales. Viva la libertad carajo.
El autor es historiador y docente universitario.
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