No hay sorpresa, el país vive bajo la égida del poder político oligarca.
Todos esos desplantes, perversidades, sumisión a los Estados Unidos, odio al pueblo, cacería de brujas, autoritarismo, democracia limitada, un estado de derecho venido a menos, sumisión a los organismos internacionales de crédito y uso de la fuerza pública para reprimir el disenso crítico, ese fue el estilo de la oligarquía de gobernar 1903- 1968).
Hoy de vuelta y desde el control del estado, recurrentemente apela a ese estilo de gobernar.
Ese estilo, hoy reverdecer, con formas que nos trajo el desarrollo tecnológico. Apelan al control y manipulación de conciencias y para eso, se velen del control de medios mediáticos. A diario inventan shows para desviar la conciencia de los panameños, hacia trivialidades.
Todo lo anterior, es el escenario, que da legitimidad para reivindicar los caminos de un real democracia, lo mismo que el estado de derecho, diezmado por ese poder.
Llegar al extremo, de liquidar la existencia de una institución democrática, como los son los sindicatos, retrata de cuerpo entero ese estilo draconiano de ejercer la gobernanza política.
Un hombre como Ricardo Martinelli, que llevó de la mano al actual expresidente reaccionó tardíamente. Hasta ahora se da cuenta, que la estructura institucional, está tomada por gente que lo odia y que son los que lo tienen en el ostracismo. Esa es la gente conque gobierna el que fuera su alfil.
Contradicciones en los clanes del bloque oligarca, como las arriba señaladas, veremos emerger. Sobre todo en una x escenario, de un protagonismo de los sectores populares y democráticos.
El expresidente Martinelli, es un hombre de derecha y parece entender, que la pobre legitimidad social del presidente Mulino, terminará afectándole a él y su todavía arraigo populista de derecha.
El gobierno enfrenta un desgaste creciente. Pero al presidente le resbala. Se resiste a cambiar esa política de plena sumisión a la oligarquía. Su discurso es de confrontación y choque con el pueblo. No hay espacios intermedios. Resulta evidente que los clanes de la oligarquía y sus organizaciones, juegan a una especie de guerra, para anular la democracia y el estado de derecho.
Humberto Cerroni, en su obra relativa a la política como ciencia, señaló claramente que, la política no puede sustituir el derecho, en lo que se refiere el ejercicio de la gobernanza.
Invito a los investigadores sociales, adentrarse en el estudio de la relación entre lo legal que da seguridad jurídica y la política- poder, lejos de todo control.
Nuestro país ha quedado sumergido en esta contradicción.
Hay que tener cuidado, con analistas(?), que por mirar los árboles se pierden en el bosque. O por no saber distinguir las contradicciones principales, se pierden en nimiedades y sirven al poder de la dominación. Juegan a un pragmatismo que no suma ni ayuda a construir nuevos paradigmas.